La semana previa al comienzo de las negociaciones por el Brexit, los principales índices europeos han cerrado con una evolución negativa. En Francia, el partido de Macron ha obtenido mayoría en la segunda ronda de las elecciones parlamentarias.
En el plano macro, cabe resaltar la cifra de empleo de la Eurozona, la cual ha alcanzado su máximo histórico. A nivel macro, cabe destacar también en la Eurozona, las buenas cifras de producción industrial de abril que, siguiendo la línea de los índices de confianza empresarial del sector publicados, están situándose en una tendencia positiva, incluso a pesar de la reducción en las exportaciones (19.000 M. € vs 22.000 M. € anterior). El precio del crudo descendía a los 47,13$/barril, situándose en mínimos de 7 meses, consecuencia de los malos datos de inventarios publicados en la semana y las dudas en torno a los acuerdos de la OPEP. Esto tenía su impacto en el sector energético y el de materias básicas.
En referencia a la política monetaria, cabe destacar la subida de tipos por parte de la FED en su reunión de junio.
En Reino Unido, Theresa May ultima un acuerdo de gobierno con los Unionistas Irlandeses a una semana de comenzar las negociaciones del Brexit, en las que se espera suavice su postura del Hard-Brexit.
En resumidas cuentas, que de cara a la influencia sobre los mercados financieros, en mi opinión, lo más relevante es lo siguiente: la victoria del partido de Macron en las elecciones parlamentarias francesas; el hecho de que el petróleo se sitúa en mínimos de 7 meses tras los decepcionantes datos publicados; el empleo de la Eurozona alcanza su máximo histórico; la FED sube los tipos oficiales en su reunión de junio; comienzan las negociaciones por el Brexit; se celebra la segunda ronda de las elecciones presidenciales de Francia; y se publicarán los PMIs de distintos países europeos y de la Eurozona.
A nivel geopolítico, lo más reseñable es la victoria del partido de Macron. Desde mi punto de vista, lo que ha logrado Macron, con un partido de reciente creación es, sin lugar a dudas, el éxito político más reseñable de los últimos años y que, por supuesto, tiene consecuencias económicas muy favorables, al suponer un bloqueo al avance de populismos nada recomendables. ¿Con qué economía se encontrará el próximo presidente de Francia? El nuevo presidente de Francia heredará una economía que, en términos de actividad económica, se ha recuperado de la crisis financiera y cuyo PIB se situó, en 2016, un 4% por encima del de 2008. No obstante, el crecimiento de estos últimos años ha sido modesto y se ha situado claramente por debajo del de otras economías avanzadas. Para 2017-2018, las perspectivas continúan sin ser muy halagüeñas: el consenso de analistas espera un crecimiento de alrededor del 1,3%.
En esta economía, cabe destacar el hecho de que tiene un mercado de trabajo poco flexible, una elevada carga impositiva y una regulación compleja que actúa como barrera a la inversión y al crecimiento de las empresas. En los últimos años se han hecho avances para abordar estas rigideces y dinamizar la economía.
Una prioridad, a mi modo de ver, es el ajuste de las finanzas públicas. Si bien el déficit público se ha reducido del 7,2% del PIB en 2009 al 3,4% en 2016, la deuda pública se sitúa cerca del 100% del PIB, lo que hace que la economía francesa sea vulnerable a cambios en el sentimiento inversor y a alzas en los tipos de interés. En este sentido, mejoras en la eficiencia de la Administración pública podrían ser de gran ayuda, dado el elevado gasto público, que se mantiene muy por encima del promedio de la eurozona (57% del PIB frente al 47%). Finalmente, también sería muy beneficioso para la economía francesa una mejora del entorno para hacer negocios y la reducción de los obstáculos a la creación de empresas. Muestra de ello es que, en la edición de 2017 del informe del Banco Mundial que analiza la facilidad para hacer negocios, Francia ocupaba la posición 29 del ranking, muy por debajo de la de otros países europeos como Alemania y Reino Unido, pero también de Polonia y Portugal.
SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO