«Bucaneros» ingleses y catalanes

Esta semana ha supuesto avances tanto para Europa como EE.UU., sin olvidar las tensiones que siguen existiendo entre este país y Corea del Norte. A nivel de bancos centrales cabe señalar el optimismo del discurso de Yellen y la decisión de la FED de iniciar, a partir de octubre, la reducción de su balance. En su caso, el Banco de Japón ha decidido mantener intacta su política monetaria con el objetivo de alcanzar un nivel de inflación del 2% después de una espiral deflacionaria que alcanza ya 10 años. Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE), junto al Sistema Europeo de Supervisión Financiera (FSMA), la Autoridad Europea de Mercados (ESMA) y la Comisión Europea, ha anunciado que lanzará un nuevo índice de referencia diario a partir de 2020 tras el fracaso de la reforma del euribor. Así, las autoridades de la eurozona lanzarán un nuevo índice de referencia de los tipos de interés que complemente a las tasas de referencia utilizadas por los bancos, después de que se denunciara la manipulación del euríbor por parte de los bancos comerciales distorsionando las referencias en beneficio propio y cuyo proceso de reforma, iniciado a principios de año, ha fracasado.

A mi juicio, este cambio es muy relevante dado que esta nueva referencia reflejará las transacciones que se produzcan en el mercado interbancario de la zona euro y recogerá así los datos estadísticos que faciliten los propios bancos, con el objetivo de proporcionar más información, transparencia y mejorar el funcionamiento del mercado monetario. Así mismo, el BCE ha invitado a los bancos de la eurozona a participar en una consulta que se prolongará a lo largo de 2018, donde podrán dar sus opiniones respecto al enfoque de la nueva tasa de referencia.

Hoy domingo, día de elecciones en Alemania, además de ser un día políticamente relevante, también lo es desde el punto de vista económico. De hecho, las elecciones alemanas son claves para conocer el final de la expansión monetaria.

La retirada de los estímulos de política monetaria puestos en marcha por el Banco Central Europeo (BCE) para salvar el euro de la crisis en la que estaba y facilitar el crecimiento económico de la zona de la moneda única tiene fecha de entrada en funcionamiento, aunque no se conozca el momento exacto, y puede provocar importantes distorsiones en el funcionamiento de las economías nacionales si no se hace con el equilibrio suficiente para evitarlas. Por eso, hoy es un día clave para Europa, por lo que representan las elecciones alemanas, dado que la zona euro vive en un compás de espera en los últimos meses que ha retrasado la discusión de los grandes problemas a los que se enfrenta, y siempre pendientes de lo que depararán las elecciones hoy en ese gran país que representa el gran motor económico y político de la eurozona.

En mi opinión, la retirada de los estímulos monetarios podría perjudicar a Italia y España. ¿Por qué digo esto? Los bancos necesitan desesperadamente una subida de tipos de interés. Es evidente. Sin embargo, la retirada de los estímulos, al igual que la modificación de la actual tendencia de los tipos de interés, significará que los tesoros nacionales empezarán a perder gradualmente los apoyos que han disfrutado hasta ahora y que les han permitido financiarse sin problemas y a precios muy bajos. Pero es que más abajo ya no se puede ir. El cambio de tendencia parece imponerse. Por ello, cuando llegue ese momento, los mercados pueden empezar a discriminar, como hacían hasta el inicio de la crisis, en función de los fundamentales de cada economía, como decimos los economistas, y en función de la capacidad para hacer frente a los compromisos de cada uno de los países de la eurozona. Es obvio que a más deuda y más déficit, los riesgos aumentan, así que España ha de pensar en prepararse para este futuro escenario, yo creo que nada lejano, y no puede «estar a verlas venir», si se me permite la expresión.

En cuanto al Brexit, asunto que es imposible obviar por una buena temporada, Theresa May proponía esta semana establecer un periodo de transitoriedad tras la salida oficial. Lo que quiere, creo yo, es ganar tiempo. Está claro. La primera ministra del Reino Unido ha afirmado en un discurso solemne pronunciado en Florencia que la Gran Bretaña aspira a mantener una relación única de libre comercio sin aranceles con la UE tras el ‘Brexit’ y que contempla un período de transición de dos años para desarrollar las ramificaciones del acuerdo, que tendría que definirse y ser ratificado antes del final de marzo de 2019. La propuesta puede facilitar que la negociación con el resto de la UE comience a considerar el acuerdo final. En un discurso de tono más conciliador que en el pasado y que adelanta algunos objetivos británicos sobre el futuro, May ha afirmado, y cito textualmente, que «aunque la salida de Reino Unido de la UE es inevitablemente un proceso difícil, todos estamos interesados en que nuestras negociaciones tengan éxito. Creo que compartimos un sentimiento hondo de responsabilidad para que este cambio sea fluido y sensato, no solo para la gente de hoy sino para la próxima generación que heredará el mundo que les dejamos». Ministros del Gabinete escucharon el discurso de May en Florencia. Permanecen divididos sobre el futuro. El de Exteriores, Boris Johnson, publicó recientemente un largo artículo rebosante de júbilo sobre el ‘Brexit’. Pretende liderar el amplio sector del Partido Conservador que quiere una marcha rápida y limpia para reencarnar un espíritu que se describe como «bucanero». La evolución de esas divisiones afectarán a la estabilidad de un Gobierno que guía una May más realista que en enero y más débil tras su debacle electoral en junio.

A lo del procedimiento «bucanero», pero en versión catalana, aludía Coscubiela en el parlamento catalán cuando se aprobó la ley del referéndum de la forma que todos conocemos. Y eso ha traído sus consecuencias, no sólo por la inestabilidad política que puede transmitir y que sólo con el empleo de los mecanismos de que dispone el estado democrático se puede meter en vereda, sino que ya empieza a tener consecuencias económicas, y no sólo para Cataluña, que es un parte de España hasta que no se demuestre lo contrario, sino para el conjunto del país. Y para muestra un botón: el conflicto en Cataluña aplazaba la votación de los presupuestos 2018.

Y mientras tanto, mi ministro favorito empieza a intentar arreglar por la vía de lo económico lo que no se ha solucionado políticamente. Luis de Guindos ha afirmado que el Gobierno estaría dispuesto a negociar una mayor oferta de dinero y autonomía financiera a Cataluña si la región desiste de sus «planes de independencia», en una entrevista publicada el pasado jueves por el prestigioso periódico británico Financial Times. Y lo ha dicho en un importantísimo foro internacional. Ha subrayado que «una vez se abandonen los planes de independencia, podemos hablar», ha dicho el ministro, sosteniendo además que «sería una pantomima» el referéndum convocado por el Ejecutivo catalán para el 1 de octubre. «Cataluña ya tiene mucha autonomía, pero podríamos hablar de una reforma del sistema de financiación y de otros asuntos», ha añadido. Al final, «la pela es la pela».

No sé si es del todo justo, porque los territorios españoles debieran ser todos iguales, pero parece que para sostener el enganche de algunas zonas díscolas del territorio español, no queda más remedio que echar mano de la vía monetaria. Léase cupo vasco o “reforma en el sistema de financiación” para Cataluña que a saber qué significa para mantener pegados a nosotros a los catalanes. El ministro, muy realista él, ha subrayado que es probable que el 1 de octubre haya algún tipo de votación en Cataluña, pero nada que pudiera llamarse legítimamente un referéndum. Y ha remachado con lo siguiente: «No se pueden confundir unas cuantas urnas con lo que usted y yo entenderíamos como un referéndum legal», ha declarado, recordando que la Justicia había declarado el voto ilegal y no habrá ni censo, ni supervisión. Incluso ha comparado esta consulta con las realizadas durante la dictadura en España del general Francisco Franco.

Por esto y por más es un ministro al que admiro, pero no dejo de pensar en lo que puede significar esa mayor autonomía financiera y fiscal para Cataluña. En otro orden de cosas, De Guindos prevé sacar a Bolsa otro 9% de Bankia, dado que el aumento de la liquidez del valor incrementaría el atractivo del banco para los grandes inversores. El objetivo, evidentemente, es continuar con el proceso de desinversión de la participación del Estado en la entidad.

Y para terminar con buen sabor de boca y continuando, cómo no, con De Guindos, el titular de Economía ha indicado esta pasada semana que el PIB español crecerá este año por encima del 3% y, por ello, el Gobierno va a revisar al alza la estimación del 3% para el conjunto de 2017, así como las previsiones de creación de empleo y tasa de paro, que también pueden verse mejoradas. De Guindos destacó que el PIB ha crecido al 3,5% en términos anualizados durante el primer semestre del año, con datos de empleo que han sido «buenos», y «más allá de datos muy puntuales y muy específicos», el segundo semestre del año «no va a ser muy diferente de lo que fue el primero».

Personalmente, espero que así sea y que los “bucaneros” entren en razón, aunque sea a base de lo de siempre: el dinero.

Como economista pienso que la razón última por la que se han ido los ingleses de la UE es la económica. Sienten que estar en la UE les ha empobrecido, les ha llevado a acoger inmigrantes que pueden detraer riqueza de los británicos si les quitan sus puestos de trabajo. Escuchando entrevistas en internet a algún empresario catalán,  alguno – no todos, evidentemente – está convencido de que “fuera de España”, de esa España que “les roba” despegarán hasta el cielo económico infinito para convertirse en uno de los países punteros de Europa, sin el lastre de sostener a manchegos, andaluces o asturianos, que les están perjudicando en su subida a los altares económicos.

Y digo yo, amable lector, ¿por qué los «bucaneros» ingleses y catalanes hablan de política cuando simplemente quieren decir economía? Tal vez, por deformación profesional, los economistas terminamos viendo los hechos desde nuestro prisma económico. Intento tener una visión global del tema pero, a la postre, al margen de los sentimientos, sólo veo que los catalanes independentistas están diciendo que “la pela es la pela” y, en versión inglesa, “Money, money” que ya cantaba Liza Minnelli hace muchos años.

SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA ASOCIADA A LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.