IPOs sí, ICOs no

Aunque me dedico actualmente a la investigación en finanzas socialmente responsables, a lo largo de mi carrera profesional he dedicado mucho tiempo al estudio de las IPOs, acrónimos en inglés de Initial Public Offerings (en español, Ofertas Públicas Iniciales). Se utilizan para la salida a bolsa de una empresa que, en general, resulta ser una buena inversión si la compañía ofrece interesantes rendimientos futuros. Además, ayuda a crecer al mercado financiero, lo que representa una alternativa a la financiación bancaria. No se puede confundir esta operación con las “ICOs” (Initial Coin Offerings) que se presentan como una vía para captar fondos del público, utilizando “criptomonedas” o tokens. Una “ICO” es una “oferta inicial de tokens” o “venta de tokens”. En una “ICO”, una compañía o una persona emite monedas o tokens y las pone a la venta en intercambio por divisas tradicionales, como el euro, o más comúnmente por “criptomonedas”, como el bitcoin o el ether. Las funcionalidades y usos de las monedas o tokens varían según las “ICOs”. Algunas monedas o tokens sirven para acceder o comprar un servicio o producto que el oferente desarrolla utilizando la tecnología de registro descentralizado (DLT). Otras otorgan derechos de voto o participación en los derechos futuros de la empresa emisora y otros, en cambio, no tienen un valor tangible. Algunas de estas monedas o tokens son negociadas y/o pueden ser intercambiadas por monedas tradicionales o virtuales en casas de cambio especializadas. Las campañas de “ICO” se realizan online, utilizan internet y las redes sociales. Las monedas o tokens son normalmente creadas y diseminadas utilizando tecnologías de registro descentralizado o “blockchain” (DLT). Las “ICOs” son utilizadas para recaudar fondos para una variedad de proyectos, incluyendo, aunque sin limitarse, al aprovechamiento de negocios basados en DLT. Virtualmente cualquiera que tenga acceso a internet puede participar en una “ICO”.

La Autoridad Europea de Valores y Mercados (ESMA) ha alertado a los inversores sobre el elevado riesgo de las “ICOs”. En mi opinión, si usted está considerando invertir en una “ICO” o ya lo ha hecho, debe tener cuidado con los distintos riesgos que lleva incorporados, incluido el de perder la totalidad de su inversión. En especial, debe tener claro que no disfrutará de ninguna protección en el caso de que la “ICO” no esté regulada. ESMA ha observado un rápido crecimiento de las “ICOs” que recaudan capital para empresas, y ha manifestado su preocupación por la ignorancia de los riesgos. Como procuro leer información de fuentes diversas, por supuesto, quienes promocionan este tipo de inversión declaran que las autoridades, con estos avisos no hacen sino perjudicarles porque saben que representan una gran inversión. Yo no comparto esa visión y eso es lo que me lleva a escribir estas líneas. Las “ICOs” son inversiones altamente especulativas. Dependiendo de cómo se estructuren, podrían no enmarcarse en la regulación de la UE. En ese caso, los inversores no tendrían la protección que sí tienen las inversiones reguladas. Las “ICOs” también son susceptibles de fraude o a actividades ilícitas, debido a su anonimato y a su capacidad para recaudar altas cantidades de dinero en un breve período de tiempo. ¿Cuáles son los principales riesgos de invertir en “ICOs”? Están fuera del espacio regulado y son vulnerables al fraude o actividades ilícitas; presentan un elevado riesgo de perder todo el capital invertido; es evidente la falta de opciones de reembolsar la inversión y extrema volatilidad del precio de las monedas o tokens; la información que está a disposición de los inversores, como los “papeles blancos” (“white papers”) es en la mayoría de los casos no auditada, incompleta, sesgada, e incluso engañosa y hay posibilidad de fallos en la tecnología. Usted, amable lector, es un ser libre para invertir sus dineros donde estime oportuno pero luego no diga que no le he avisado. Y la que avisa….

SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA ASOCIADA A LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.