¿Juntos en 2019?

La semana comenzaba con incertidumbre ante el silencio de la administración Trump en torno a la ronda de aranceles que gravarían 200.000 M $ de bienes chinos, pero finalmente, la tensión se aliviaba tras conocerse la intención por parte de EE.UU. de volver a las negociaciones con el gigante asiático. Así mismo, también se acercaban posiciones con Corea del Norte para las negociaciones de su desnuclearización y se sigue a la espera de que las negociaciones con Canadá desemboquen en un acuerdo en el NAFTA. En Turquía, la decisión del Banco Central de subir los tipos 625 pbs hasta el 24% sorprendía a los mercados ya que se preveía que esta subida fuera más moderada (+300 pbs e), con la lira apreciándose un +3,9% en la semana.

En el frente Brexit, el secretario de la UE Barnier afirmaba que es probable que se llegue a un acuerdo en unas 6-8 semanas. En las elecciones suecas, el partido anti-europeísta de extrema derecha se erigía como tercera fuerza más votada. En esta línea, los selectivos europeos acababan la semana con ganancias de en torno al 1,5%-2% (Ibex 35 +2,1%, Eurostoxx 50 +1,6%, Stoxx 50 +1,3%, FTSE +0,4%, DAX +1,4%)

Paso a la política monetaria, para comentar que en la reunión del BCE, Draghi se mostraba confiado en la evolución de la inflación, a la vez que confirmaba el fin de los APPs en diciembre, a pesar del ligero frenazo en el crecimiento de los últimos meses y de revisar a la baja las previsiones para 2018 y 2019. Además, los riesgos exteriores siguen siendo una preocupación para el BCE. No obstante, el BCE retoca a la baja sus previsiones pero no alteran sus planes sobre tipos y compras de deuda. Cita los riesgos emergentes y el proteccionismo como riesgos, pero no cambia el sesgo de su discurso y recorta una décima la previsión de crecimiento de 2018 y 2019, dejando sin cambios la de inflación. Draghi ha defendido que los estímulos monetarios siguen siendo necesarios, en un contexto en que la amenaza proteccionista y las turbulencias en los países emergentes han tomado más intensidad, aunque no cree que lo que sucede en Turquía o Argentina sea un riesgo sistémico. «Afecta a entidades individuales, con exposición local, pero no en general», ha apuntado Draghi, que ha recordado que la situación actual ha puesto de relieve las vulnerabilidades de algunos países emergentes, pero no del conjunto.

Por su parte, el BoE mantenía sin cambios su política monetaria, con el tipo oficial en el 0,75% (por unanimidad), revisando una décima al alza sus previsiones de crecimiento en el tercer trimestre hasta el 0,5%. Además, Carney reconocía que un Brexit sin acuerdo llevará al Banco Central a subir los tipos oficiales. En cuanto a la Fed, Raphael Bostic (Fed de Atlanta) se mostraba favorable a tres subidas del tipo oficial en 2018 (una más). Además, los últimos datos de inflación sugieren que la economía todavía tiene espacio para crecer. Por el contrario, Lael Brainard reconocía que la Fed podría subir los tipos oficiales por encima del nivel neutral.

Con respecto a las referencias macro, en Europa, la noticia más destacada era la actualización de las previsiones de crecimiento por parte del BCE para el 2018 y 2019, que eran revisadas a la baja hasta el 2% y el 1,8% respectivamente. El principal motivo para esta actualización era la menor contribución de la demanda externa. Por su parte, las expectativas de inflación de mantenían en el 1,7% para los años 2018, 2019 y 2020. En EE.UU., el dato más destacado de la semana era la inflación del mes de agosto, la cual crecía un 0,2% y dejaba el dato anualizado en un nivel del 2,7%, lo que mostraba una ligera ralentización en el crecimiento de los precios desde el 2,8% de julio.

Me ha llamado la atención que  Juncker urge a completar la Unión Bancaria antes de mayo de 2019. ¿Demasiado pronto, señor Juncker, verdad? Las cosas de palacio van despacio y todo lleva su tiempo, sobre todo lo bueno y lo importante y hay que hacerlo bien. Sin duda. Después de tanto luchar por la UE no se va a apurar ahora la jugada de manera chapucera. Yo creo que para 2019 no da tiempo de ninguna manera. Ni con la imaginación, así que despacito y buena letra, creo yo.  En un alarde de optimismo, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha urgido a los europarlamentarios y a los Gobiernos de la zona euro a acelerar el paso en los planes para reformar la arquitectura institucional de la moneda única, Unión Bancaria y presupuesto de la zona euro incluidos. La idea sería dejar cerrados sus principales elementos antes de las elecciones europeas de mayo de 2019, para cuando se teme un incremento de los partidos euroescépticos en la Eurocámara.  El líder europeo ha pedido a los dos colegisladores de la UE (Consejo y Parlamento europeos) que adopten «las propuestas para complementar la Unión Bancaria», con mención específica a las propuestas para reducir riesgos en el sector financiero, el saneamiento de los créditos morosos de la banca y el eurofondo de garantía de depósito (EDIS, por su acrónimo inglés). Así lo ha indicado Juncker un plan de acción remitido por carta a Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, y a Sebastian Kurz, canciller de Austria, país que este semestre ostenta la presidencia rotatoria de la UE. Va a ser más fácil decirlo que hacerlo. Los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro acordaron el pasado viernes en Viena debatir en noviembre la creación de una hoja de ruta para empezar el debate político sobre el EDIS, de cara a poder acordarla en diciembre. Pero eso es solo el comienzo. Muchos países se oponen frontalmente a este fondo, que cubriría los primeros 100.000 euros de todos los clientes bancarios de la zona euro. De momento, ha costado varios años solo convencerles de que se sentaran a negociar. Con suerte, los 19 Gobiernos de la moneda única serán capaces de ponerse de acuerdo en otros dos temas pendientes de la reforma del euro: la transformación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (el fondo de rescate conocido por sus siglas MEDE) en una especie de Fondo Monetario Europeo (aunque manteniendo el nombre original) y la creación de una red de seguridad pública, integrada en el MEDE, para apoyar al Fondo Único de Resolución bancaria en el caso de que se quede sin fondos durante la intervención de una entidad fallida. En otro alarde de optimismo, Juncker también ha pedido que de aquí a mayo se adopte la propuesta para crear un presupuesto de la zona euro que permite apoyar a países que entren en crisis. Pero las posiciones siguen estando muy distanciadas y va a ser muy complicado llegar a un acuerdo en tan poco tiempo.

A nivel doméstico, el Gobierno confirma que eliminará el “impuesto al sol” antes de que termine el año. Y menos mal, digo yo, ¿qué habrá hecho el sol para merecer tal castigo impositivo? Los economistas liberales, haciendo un esfuerzo grande, podemos entender la necesidad de impuestos, pero ¿también al pobre sol? El arancel grava el desarrollo de la energía solar fotovoltaica y el autoconsumo en España. La ministra de Transición Ecológica afirma que es una prioridad para el Ejecutivo. Teresa Ribera, ha confirmado esta pasada semana que el Gobierno eliminará el llamado «impuesto al sol», que grava el desarrollo de la energía solar fotovoltaica y el autoconsumo en España, antes de que acabe el año. El Gobierno intentará sacar adelante un Real Decreto que permita el acceso al autoconsumo el próximo mes de diciembre. Ribera ha afirmado que el impuesto supone una «traba absurda» para no auto-consumir energía, además de que va unido a una recaudación «ridícula, que no tiene ningún sentido». La ministra, asimismo, ha añadido que prevé facilitar que este consumo se comparta en el ámbito urbano y doméstico ante una pregunta formulada por Vicenta Jiménez García, senadora de Podemos, que ha planteado la contradicción de que España es el país que más radiación solar tiene en los países del entorno, pero es el único que cuenta con una ley para bloquear su consumo.

Me preocupa mucho que crecen las señales de que la economía española se desacelera. La economía española pierde dinamismo. Los datos de PIB, empleo, comercio, turismo y consumo, entre otros, comienzan a acusar descensos que pueden poner en jaque las previsiones de crecimiento, que ya se sitúan por debajo del 3%. En un momento en el que desaparecen algunos vientos de cola, las medidas fiscales anunciadas por el Gobierno de Pedro Sánchez pueden acentuar la desaceleración.

La economía española está empezando a perder el ritmo tras la desaparición de algunos de los «vientos de cola» que la han impulsado durante los últimos años. Los últimos indicadores, como la caída durante tres meses del comercio minorista o el peor dato de empleo en el mes de agosto desde 2008, han confirmado la desaceleración respecto al fuerte crecimiento mantenido durante la recuperación. En este contexto de atonía, las medidas fiscales anunciadas por el Gobierno de Pedro Sánchez pueden poner en jaque el margen de acción en caso de dificultades.

Definitivamente, amable lector, para mantener la senda de crecimiento son necesarias más certezas sobre las decisiones de política económica, y que no se adopten muchas medidas fiscales que el Gobierno anuncia. La tendencia de desacelaración ya comienza a percibirse en los datos trimestrales del PIB, que por primera vez desde 2015 crece a un ritmo interanual inferior al 3%.

Y, a todo esto y con un panorama económico que se puede oscurecer, el Gobierno anda enredado con papeles. No es cosa buena, creo yo.

SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA VISITANTE DE LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.