La economía española lleva cuatro años consecutivos creciendo por encima de la media de la eurozona. Paralelamente, la tasa de ahorro ha disminuido hasta mínimos históricos. Aunque, a primera vista, ello podría sugerir un escaso margen de maniobra de los hogares para acomodar sus decisiones de consumo en caso de que el contexto económico empeore, yo creo que aún no se puede sacar esa conclusión. Y, desde luego, el nivel de tipos de interés no ayuda. Cuando explico a mis alumnos la estructura de capital bancaria y la base de su negocio, en ocasiones, comparo los márgenes bancarios con los que se pueden obtener, por ejemplo, con la fabricación y venta de una botella de agua. Les pongo este ejemplo como producto barato para intentar hacerles ver que la banca trabaja con márgenes muy inferiores a eso: que el dinero es más barato aún. No lo han tenido fácil los bancos en los últimos tiempos con los niveles de tipos de interés pero, tras el reciente anuncio del BCE de sopesar nuevos estímulos con los que impulsar la inflación, el negocio bancario se va a convertir en el más difícil todavía. Mario Draghi estudia una bajada de tipos o compra de deuda para alcanzar los objetivos, si su meta de conseguir una inflación cercana al 2 % continúa en peligro. Tal afirmación resultó de máximo interés tras divulgarse que la inflación de la eurozona en mayo fue del 1,2 %, lo que hace que se prevea complicado lograr la meta de cerca del 2 % que el organismo mantiene. Draghi defiende que el BCE ha demostrado que no tiene pocas herramientas para responder a las crisis y que, algunas de ellas, como los tipos de interés negativos, han demostrado ser efectivas. Recuerda que la política del organismo es «paciente, persiste y prudente». Y es aquí donde yo me cuestiono, ¿de veras es prudente bajarlos a negativo? Las entidades bancarias, como puede suponer, amable lector, no están muy contentas ni con la situación actual, ni con la previsión de bajada por las dificultades que entraña.
Luis de Guindos, en línea con Draghi, rebate a las entidades bancarias al recordarles que los tipos bajos han tenido un impacto positivo en su actividad durante los últimos años. El vicepresidente del Banco Central Europeo ha instado a las entidades españolas a continuar el esfuerzo de reducción de costes realizado durante los últimos años para seguir ajustando las partidas que más gastos le suponen como la red de oficinas y la plantilla ligada a esas sucursales porque hay una desaceleración en la economía mundial, la europea y en la española, aunque menor, que puede acabar por afectar también a la actividad bancaria. Insiste en actuar en términos de reducción de exceso de capacidad, eliminación rápida de los créditos dudosos y mejorando su relación de costes con respecto a los ingresos que generan. Durante la última década, la banca española ha pasado de contar con 45 grupos bancarios (antes bancos y cajas) a tener poco más de una docena en la actualidad. En este periodo, el cierre de oficinas ha supuesto una merma del 40% de la red al pasar a tener 26.319 sucursales. La reestructuración laboral ha supuesto la salida de un tercio de toda la plantilla, hasta los 187.182 trabajadores hasta finales de 2018, según el Banco de España. De hecho, dos grandes grupos como Santander y CaixaBank han formalizado sendos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) que supondrán las salidas de 3.223 y 2.023 empleados en los próximos meses, respectivamente. La insistencia de Luis de Guindos acerca del ajuste de costes se justifica porque en el conjunto de la Unión Europea aún representan un 60% de los ingresos frente a poco más del 50% en Estados Unidos. Luis de Guindos y el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos coinciden en apuntar que los bajos tipos de interés han tenido un impacto positivo desde el punto de vista de una visión global. Hernández de Cos ha reconocido que, en su conjunto, el efecto neto es positivo para los bancos. El gobernador admite que si bien es cierto que reducen el margen financiero de las entidades, también favorecen que los créditos crezcan más de lo que lo harían en otra situación, algo bueno para los bancos, y mejora la capacidad de pago de los clientes, lo que reduce la morosidad, uno de sus grandes problemas históricos, y permite que puedan vender carteras de activos dañados. No opinan lo mismo los ejecutivos de la banca, que han vuelto a temer los efectos de una prolongación de las actuales políticas monetarias más allá de finales de este año, cuando el BCE había previsto iniciar la subida de tipos. Por otro lado, esas restructuraciones y ajustes de costes bancarios han traído consigo importantes prejubilaciones.
En este punto, el gobernador del Banco de España ya insistió en la idea de no practicar prejubilaciones, por la dificultad de sostenimiento de las pensiones, pensando en lo contrario, en que, en efecto, lo propio será alargar la edad de jubilación. Totalmente de acuerdo estoy y, además, completamente convencida de que el problema económico más grave que tenemos en este país, y que requiere de un pacto de Estado urgentísimo es la insostenibilidad del sistema de pensiones tal cual está. Sencillamente, si seguimos así, esto rompe. No se sostiene. Una piensa en ahorrar y trabajar hasta los 70 años si la salud y la institución lo permiten, pero es que, o se toman decisiones o si no, las cuentas no salen. Los partidos políticos, en sus campañas electorales y su visión cortoplacista del universo piensan en actualizar al IPC para garantizar el voto de un sector de población creciente, pero no piensan en hacer números de verdad y tomar decisiones acertadas porque eso tiene costes políticos y, además, es difícil y hay que romperse la cabeza. Y de esto último, con la decreciente capacidad y formación de nuestra clase política, se hace cada vez más complicado.
Mientras tanto, los tipos de interés en EE.UU. en el 2,25 %, sin forzar a su banca y con una economía con tasas de desempleo mínimas, casi próximas al pleno empleo. Tal vez no le está saliendo todo mal a Trump, ¿verdad? No seré yo quien votase a alguien como él, pero a los números me remito. Entiendo las razones del Banco Central pero una bajada bajo cero va a incrementar las complicaciones de la banca y aumentar su posibilidad de crisis por los riesgos que acarra. Y por aquello del “too big to fail”, demasiado grande para caer, pensar en que los ciudadanos soportemos el coste de las crisis bancarias me parece horroroso. Es preciso reactivar la economía. De acuerdo. Pero no hay que poner en peligro el negocio bancario. De momento, alivia saber que la banca no cobrará al cliente por los tipos en el 0% y negativos. El presidente de la Asociación Española de Banca (AEB), José María Roldán, aseguró que los bancos no se plantean la posibilidad de comenzar a cobrar a sus clientes por los depósitos debido al nuevo retraso en la subida de interés, así como tampoco cree que la entrada de nuevos competidores digitales vaya a propiciar un encarecimiento de los productos y servicios, sino al contrario. Tengo claro que esa es su voluntad. Que los bancos no quieren cobrar por ello, pero con un escenario de reducción de tipos hasta ese nivel, no es imposible que terminen haciéndolo. Y ahí tendremos el enojo de los ciudadanos. “Meto mi dinero en el banco y me cobran por ello”. ¿De verdad cree, tras leer esto, si ha sido usted tan amable de leer hasta aquí, que eso sería una feliz idea del director del banco de la oficina de su barrio?
SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA VISITANTE DE LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.