Sancionando a Rusia

Inevitable empezar con geopolítica. La ansiedad que genera la guerra se ha disparado con el incendio que los enfrentamientos han provocado en la mayor central nuclear europea en Ucrania. El control del fuego y la verificación de los niveles de radiación ha generado cierto alivio, pero deja poso en el sentimiento que ha visto el riesgo de escalada. La preocupación de Occidente por este incidente se dispara, mientras el presidente ucraniano llama a Europa a intervenir. La presión se siente nuevamente en commodities, euro y las bolsas. Por su parte, la segunda ronda de negociaciones genera mucho alivio por menores daños personales con el permiso de creación de corredores humanitarios, así como las treguas parciales en algunas zonas del país. La esperanza está en que la negociación continuará la semana que viene.

A nivel de política monetaria, la Reserva Federal en su segunda comparecencia en el Congreso reiteraba su mensaje de un inicio de subida de tipos moderados, insistiendo en la incertidumbre que genera la situación de Ucrania. Crece la preocupación en mercado por la actuación de los bancos centrales, que ven peligro en anclar las expectativas de inflación con la tensión en precios precedente y que se ve agudizada por los impactos de la guerra, con los crecientes riesgos que impone para el crecimiento.

Cabe preguntarse, según titulo en el blog en el día de hoy,  ¿Qué daño están haciendo las sanciones a la economía de Rusia? Moscú ha quedado excluida del sistema financiero; se ha producido la caída del rublo, colas en los cajeros y posible impago, entre los efectos más claros.

La respuesta occidental a la invasión rusa de Ucrania ha tenido varios frentes, desde el envío de armas a las sanciones personales. Pero los mayores daños a Moscú están llegando por medidas adoptadas en rincones poco visitados de la arquitectura financiera mundial, que han desconectado una capital financiera como Moscú. Rusia, por su lado, está adoptando otro abanico de medidas para contener la fuga de capitales y evitar algunos de los efectos más gravosos para la población, que sin estar sujeta a un corralito, no puede sacar dinero del país. El rublo ha entrado en caída libre, la Bolsa está cerrada y la deuda rusa puede entrar en impago técnico.

La prohibición de la UE y de Reino Unido y EE UU de operar con el banco central es, por ahora, el principal foco de castigo. Moscú se ha preparado para la guerra y también para las sanciones económicas, diversificando y atesorando reservas. Pero sin acceso a los fondos del Banco Central depositados en otros bancos centrales, sus reservas han caído de golpe a la mitad, lo que ha hundido al rublo porque el banco central tiene menos munición para defenderlo. La moneda estaba hace un mes en 75 rublos por dólar. El jueves se cambiaba en el mercado internacional a 122. Un teléfono importado de 200 dólares pasa de valer 15.000 a 24.500 rublos. Y, en un efecto bola de nieve, la perspectiva de más caídas de la moneda invita a inversores y ahorradores a convertir su dinero a divisa fuerte, lo que agudiza la caída del rublo.

¿Qué medidas ha adoptado Moscú?

Para evitar la fuga de dinero ha empezado por duplicar los tipos de interés hasta el 20%. Además, se han implantado controles de capitales, cerrando las vías de salida de divisas. Los residentes en Rusia no pueden transferir dinero al exterior, tampoco devolver préstamos o prestar dinero. Las empresas exportadoras tienen que convertir a rublos el 80% de sus divisas, una vía de intervenir el mercado. Los extranjeros no pueden vender activos rusos. Y la Bolsa de Moscú lleva varios días cerrada. El golpe económico es fuerte.

Las empresas también están castigando. Shell rompe con la rusa Gazprom tras la invasión de Ucrania.

El sector energético europeo empieza a dar carpetazo a sus lazos con el Kremlin tras el inicio de la guerra de Ucrania. La petrolera británica Shell ha decidido romper sus empresas conjuntas (joint venture) con la rusa Gazprom valoradas en alrededor de 3.000 millones de dólares a finales de año (2.674,62 millones de euros al cambio actual), según la compañía. Es la segunda petrolera europea en eliminar a sus acuerdos con los grandes empresas de los hidrocarburos rusas tras BP, que anunció un día antes la venta del 19,75% de la petrolera estatal rusa Rosneft. La decisión de Shell incluye su participación del 27,5% en la instalación de gas natural licuado Sakhalin-II, su participación del 50% en Salym Petroleum Development y la empresa de energía Gydan, que compartían al 50%. Además, Shell también pretende poner fin a su participación en el proyecto del gasoducto Nord Stream 2.

Más problemas derivados de esta guerra. El cierre del ‘granero’ de España anticipa una subida de precios en alimentos. El 40% del maíz que compra España procede de Ucrania. Un tercio de esas compras se destina a alimentación para animales. Ucrania es uno de los grandes productores de cereal del mundo y se había convertido en uno de los graneros de España, que cubría el déficit entre producción y consumo importando desde ese país. El principal producto que se importa es maíz, en el que los productores nacionales son especialmente deficitarios, por lo que las compras de ese producto a Ucrania representaban hasta ahora el 40% del total de importaciones de maíz a otros países. Desde la organización agraria COAG aclaran que de esa cantidad (que tradicionalmente ha oscilado entre 400 y 600 millones de euros al año) un tercio va destinado a piensos para alimentación animal. Este último dato representa un palo más en la rueda de las organizaciones agrarias, que a los cuellos de botella que sufrió el comercio internacional de bienes y al incremento sin precedentes del coste del gasóleo, suma ahora la dificultad para lograr sustituir una producción que representa una parte muy importante de las compras, por lo que han tenido que asumir ya una subida de costes. Consciente de ello, el Ejecutivo trasladó ayer a las organizaciones agrarias Asaja, Coag y UPA que ha solicitado a la Unión Europea que flexibilice de forma temporal y excepcional los requisitos de importación de maíz, otros cereales y oleaginosas de otros países, como pueden ser el uso de fitosanitarios o de organismo modificados genéticamente. Los agricultores trasladaron al ministro la imposibilidad de traerlo desde Ucrania y pidieron que se exploren todas las vías para asegurar la producción de alimentos para animales.

 

A  nivel doméstico cabe señalar además que las compañías españolas han tenido que lidiar con una pandemia global, con un brusco parón económico, algunas también con las consecuencias más locales de un temporal histórico como Filomena o incluso la erupción de un volcán. Hace apenas dos años algunos de los avatares que han golpeado a la sociedad y a la economía mundiales eran casi inimaginables. Y en ese carrusel de crisis improbables las empresas se han topado con impactos duros e inesperados en sus negocios.

Por otro lado, la  inflación se desboca en febrero hasta el 7,4%, la mayor tasa en 33 años. Los precios se encarecen ya no solo por la luz y el gas, sino de forma generalizada, mientras la guerra complica una pronta moderación. La subida de los precios parece no tener tregua y el fin de esta escalada que comenzó hace ya casi un año se complica cada vez más ahora que ha estallado la guerra en Ucrania. Así, la tasa interanual del Índice de Precios de Consumo (IPC) se elevó de golpe y porrazo 1,3 puntos respecto a enero y se dispara hasta alcanzar el 7,4%, su nivel más alto en 33 años, concretamente desde julio de 1989. Este fuerte alza de más de un punto se debe a una subida generalizada en la mayoría de sus componentes, pero sobre todo a los incrementos de los alimentos y bebidas no alcohólicas, así como a los carburantes y combustibles. A ello se suma la inestabilidad en los precios de la electricidad, ya que, aunque bajaron durante este mes, están muy por encima de los de febrero de 2021. Así, como ya sucedió en enero, el fuerte encarecimiento de los precios de la luz y el gas se ha trasladado ya a la cesta de la compra y ha provocado un incremento de la mayor parte de productos y servicios de los que se abastecen los españoles en su vida diaria, lo que deriva en una importante pérdida de poder adquisitivo de todos nosotros.

Ofensiva china en telefonía móvil en un Mobile que busca volver a la normalidad. El Mobile World Congress de Barcelona tiene el reto de recuperar la normalidad prepandemia, después de su cancelación en 2020 y de una cita presencial casi testimonial en 2021, cuando apenas ocupó tres pabellones, entre ellos el del 4YFN, el evento de emprendedores. Este año, la mayor feria de telefonía del mundo ocupa siete de los ocho pabellones de Fira Gran Vía y cuenta con la participación de unas 1.500 empresas tecnológicas. Entre ellas, destacaron por su actividad cuatro fabricantes chinos de móviles –Realme, Honor, Poco (Xiaomi) y Oppo–, que con sus nuevos lanzamientos dejaron claro que quieren ser las nuevas estrellas del negocio móvil, tras desaparecer de este campo marcas como LG o Sony o caer con fuerza Huawei por el veto de EE UU. Samsung no pudo hacerles sombra porque escogió presentar en enero fuera de la feria su último móvil insignia, el Galaxy S21. Y tampoco Apple, el otro gran contrincante, porque no asiste al Mobile. Algunos de estos nuevos jugadores chinos ya están en el top 5 del mundo y de España, y no paran de acaparar cuota de mercado.

También a nivel doméstico, cabe destacar que los hoteleros prevén una fuga de turistas rusos a Turquía. El país otomano reconoce la vacuna Sputnik, no exige visado ni certificado Covid a los viajeros procedentes de Rusia. Rusia no es uno de los principales mercados emisores de turistas a España (en 2019 llegaron 1,2 millones de viajeros) apenas un 1,41% del total) pero sí lo es en términos de gasto (con un desembolso medio por viaje de 1.536 euros, un 27,5% más que la media) y es vital para algunas zonas de Cataluña, como Girona o Tarragona, que pueden recibir cerca de 800.000 viajeros al año. Touroperadores y hoteleros advierten que el cierre del espacio aéreo de la UE a Rusia puede provocar un frenazo de las reservas y una fuga masiva de viajeros rusos a Turquía, acentuando aún más la brecha abierta en 2021. La cifra de turistas rusos a España ha caído y está muy lejos de los 1,3 millones registrados en 2019, mientras que los viajeros rusos a Turquía más que se duplicaron, pasando de los 2,1 millones de pasajeros de 2020 a los 4,7 millones de 2021.

Turquía duplicó la llegada de viajeros rusos en 2021 hasta los 4,7 millones

El turista ruso que viaja a España lo suele hacer en los meses de temporada alta (abril a septiembre), en los que la frecuencia de vuelos mensuales puede llegar a rozar los 850, según un informe de la Consejería de España en Moscú, lo que arroja una media de 28 vuelos diarios. Y los principales damnificados serán los hoteleros de la Costa Dorada. Solo dos destinos (Salou y La Pineda) concentran más del 50% de las llegadas a Cataluña.

A nivel local, se presentan dudas entre las empresas asturianas que tienen relación con Rusia.  Las Cámaras de Comercio resuelven consultas y facilitan un canal para atender demandas. Están teniendo consultas de empresas sobre el conflicto de Ucrania porque les afecta de primera mano. Fundamentalmente son empresas del sector industrial que envían mercancías a Rusia y quieren saber si lo pueden hacer y, en caso positivo, cómo. Así explican desde la Cámara de Comercio de Oviedo la situación de duda generalizada que se está dando entre firmas asturianas que tienen relación comercial con Rusia o Ucrania. Ante la confusión reinante y la alta demanda de información, las Cámaras de Comercio de Asturias –tanto la de Oviedo como las de Gijón y Avilés– se han puesto manos a la obra para tratar de aclarar el panorama a las compañías afectadas. “El tamaño de las empresas que nos consultan es mediano ya que, por lo general, las grandes empresas cuentan ya con vías informativas de manera directa”, explican desde los entes camerales. Ante esta deriva producida por la inestabilidad generada por la invasión rusa de Ucrania, las Cámaras están “en contacto directo con el Ministerio para resolver dudas”. Asimismo, desde Madrid les han facilitado un correo electrónico para canalizarlas. Se trata de un buzón de correo en la Secretaría de Estado de Comercio, desde el que intentarán responder a todas las consultas de las empresas sobre el impacto que la guerra puede tener en su negocio internacional.

Nadie se libra de los efectos de esta terrible e injusta guerra, provocada por Putin. La peor parte se la llevan los ucranianos pero todos nos vamos a ver afectados.

 SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA Y CONTABILIDAD DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA VISITANTE DE LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.