Toque de atención al capitolio

Ha sido esta una semana peculiar dado que durante la misma, el buen tono de los datos macroeconómicos europeos y la inusual advertencia de que Fitch podría rebajar el rating de la deuda de los EE.UU (AAA) si no demostraba tener capacidad para implementar una política fiscal coherente, impulsaban el euro por encima de los 1,18 $/€. Sin embargo, la moneda comunitaria perdía fuerza ante la posibilidad de que Trump se aleje de los focos para dar estabilidad a su gobierno. Ha sido, en efecto, una noticia relevante dado que el  rating triple ‘A’ de Estados Unidos, la máxima nota de solvencia que puede obtener un emisor soberano, podría estar en peligro, al menos por parte de la agencia de calificación crediticia Fitch. En una nota reciente, Fitch advierte a la Administración estadounidense de que si no se toma pronto una decisión sobre el techo de la deuda federal, la agencia revisará el rating de EEUU «con implicaciones potencialmente negativas». Fitch le da, en mi opinión, un merecido toque de atención al capitolio y va más allá y señala que dar prioridad al pago del servicio de la deuda sobre otras obligaciones si no se eleva el techo de la deuda podría no ser compatible con el estatus de ‘AAA’. Y añade que un retraso en revisar el límite podría en peligro la capacidad del Tesoro norteamericano para cumplir con el servicio de la deuda y otras obligaciones. El Congreso debe acordar también en las próximas semanas los niveles de gasto para el ejercicio fiscal de 2018 con el fin de evitar un eventual cierre del Gobierno en octubre. En general, la semana ha sido de ligeras caídas, tras varias jornadas de bajos volúmenes de negociación

También han sido días de pronunciamientos por parte de los responsables de bancos centrales, como Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), que manifestó que los bancos centrales necesitan abordar «sin prejuicios» los posibles ajustes en sus políticas por los cambios del entorno económico, y que «deberían seguir preparándose» para afrontar nuevos retos. En su intervención ante diecisiete premios Nobel en la localidad germana de Lindau, Draghi afirmó que los modelos macroeconómicos de referencia anteriores a la crisis fueron incapaces de anticipar su estallido y virulencia, mientras sostenían la ineficacia de medidas no convencionales como las compras masivas de deuda pública, cuando los nuevos análisis e investigaciones empíricas han constatado el «éxito» de estas acciones. No obstante, Draghi dijo que, aunque las crisis repentinas ponen de manifiesto los defectos de los marcos de las políticas y cuestionan las teorías existentes, el análisis realizado por los investigadores «sigue siendo esencial para diseñar la respuesta».

Por su parte, el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, se ha mostrado a favor de retirar, de forma ordenada, estímulos monetarios a partir del próximo año. Weidmann, miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), ha dicho en una entrevista en el diario Börsen-Zeitung que no ve necesidad de prolongar las compras de deuda pública y privada más allá de finales de 2017. El presidente del Bundesbank también considera que esa retirada debe ser «ordenada» y que hay conformidad en que «no se puede terminar de hoy a mañana”.

En mi opinión, lo más relevante a nivel doméstico, es la nueva regulación que presiona los ingresos de BME (Bolsas y Mercados Españoles) y de otros mercados regulados. La norma de mercados que entra en vigor en 2018 fomenta la competencia y esto implica que los intermediarios deben esforzarse por dar la mejor ejecución y podrán buscar centros alternativos.

Aunque le sorprenda, amable lector, la idea de una sola Bolsa que monopolice todas las órdenes de compra y venta de un valor estará desde enero de 2018 un poco más obsoleta. El anteproyecto de ley que traspone la directiva europea sobre los mercados financieros (Mifid 2, en la jerga financiera) impondrá que cada vez que un intermediario case una orden de un cliente lo haga buscando la “mejor ejecución” con “todas las medidas suficientes” para ello. En esencia, que trate de lograr el mejor precio, ya sea a la venta (lo más caro posible) o la compra (lo más barato).

A mi juicio, este es un cambio que propulsará una progresiva pérdida de cuota de mercado de BME en favor de otras plataformas. Y no solo la empresa española se verá presionada, sino todos los gestores de las Bolsas de referencia, como Euronext (dueño de los mercados regulados francés, holandés, portugués y belga), London Stock Exchange (que pilota las Bolsas clásicas inglesa e italiana, además de la plataforma Turquoise) y Deutsche Börse (gestor del mercado regulado alemán). Fue a finales de 2007 cuando se abrió la puerta a la competencia a las empresas que tradicionalmente gestionaban los mercados de valores en Europa. La primera versión de Mifid retiró el monopolio a los mercados regulados, como la Bolsa española, gestionada por BME, y fomentó la creación de pequeñas Bolsas alternativas: los sistemas multilaterales, como el MAB y el MARF, también de BME, y los internalizadores sistemáticos. No obstante, el grupo presidido por Antonio Zoido conserva la potestad para ser el único que opera en salidas a Bolsas y en las subastas de apertura y cierre. Así, en torno al 62% de las operaciones de los valores del Ibex desde enero tuvieron lugar en BME, frente al 38% del resto.

Es evidente que la nueva norma da un paso más para que este porcentaje se estreche y para que avancemos en la competencia en la negociación en los mercados financieros.

SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA ASOCIADA A LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.