Lo sucedido en la bolsa española esta pasada semana, por razones sobradamente conocidas sobre las que incidiré más adelante, ha ido a contracorriente de la evolución bursátil internacional. Cuando afortunadamente ha llegado un momento en que la tónica general parece indicar una salida de la tremenda crisis que hemos sufrido estos últimos años, y que también se daba casi por superada en nuestro país, los españoles parecemos empeñados en crearnos problemas donde no debería haberlos.
Esta pasada semana, los buenos datos macroeconómicos han favorecido a buena parte de las bolsas mundiales que han cerrado la semana en positivo; también se veían impulsadas ligeramente las rentabilidades de la deuda. En nuevos máximos históricos se encontraban las bolsas tanto en EE.UU. como en Alemania. La nota negativa y discordante la ponía, como no, el Ibex35. El índice doméstico se veía arrastrado por la incertidumbre sobre el devenir de la escalada independentista en Cataluña y su previsible impacto en la economía.
Por su parte, el Parlamento europeo instaba a Reino Unido y a la Unión Europea a profundizar en las negociaciones del Brexit, dado que el avance registrado hasta el momento es mínimo. La Cumbre Europea del 19-20 de octubre debería ser una fecha clave para concretar ciertos puntos, urgencia a la que también llamaba el Banco Central de Inglaterra, que espera que el marco se vaya aclarando para garantizar la seguridad del sector financiero.
A mi modo de ver, Theresa May se prepara para «cualquier resultado» en la negociación con la UE. Me resultó un tanto triste verla en la televisión inglesa: las toses y quiebras de su voz tiñen de angustia el lamento de la líder conservadora sobre su fracaso electoral en junio. De hecho, ha pedido disculpas a su partido por perder la mayoría en el Parlamento con su convocatoria de elecciones anticipadas el pasado junio y ha afirmado, en un discurso con muy breves referencias al ‘Brexit’, que su Gobierno avanza en los preparativos para cualquier resultado en la negociación de Bruselas. Sus palabras de clausura de la conferencia anual de los conservadores fueron quebradas por el estado de su voz. Las circunstancias de May son extrañas. Reino Unido nunca ha tenido un mayor número de personas trabajando, el desempleo es el más bajo desde hace once años, la inversión extranjera en el último ejercicio ha sido mayor que en ningún otro país de la Unión Europea, en las elecciones de junio los conservadores liderados por ella obtuvieron la mayor proporción del voto desde la victoria de una Margaret Thatcher en 1983, tras la victoria en la guerra de las Malvinas. Pero cuando los sondeos le prometían una victoria aplastante, May decidió en las vacaciones de Semana Santa que, contra todo lo que había dicho hasta entonces, convocaría elecciones anticipadas. Ha agradecido a los miembros del partido su trabajo, «pero no obtuvimos la victoria que queríamos porque nuestra campaña nacional falló». Sin embargo, aunque pidió disculpas, no ha mencionado las divisiones de su Gabinete y sobre el asunto que divide a sus filas y al conjunto del país, el ‘Brexit’, ha dicho muy poco. Me parece lamentable, por la importancia y consecuencias que tiene para el país y para el resto de Europa, semejante decisión.
A nivel de bancos centrales, cabe destacar que el BCE (Banco Central Europeo) ya discute cómo reducir los estímulos a partir de enero. Las actas revelan que cualquier cambio se hará “de forma muy gradual y cautelosa”. El BCE ya había avanzado en septiembre que la reunión de octubre sería el momento para discutir la reducción del actual programa de compra de deuda por 60.000 millones de euros al mes a partir del próximo año. Y a juzgar por las actas de la reunión celebrada por el Consejo de Gobierno de la institución el pasado mes, el terreno está preparado para ello. El documento apunta que las condiciones en general están cada vez mejor situadas, lo que permitirá adaptar la intensidad de los ajustes de la política monetaria y ofrece una oportunidad para reducir las compras de activos netos del Eurosistema.
En mi opinión, lo importante es que también analiza su efecto sobre los riesgos en la estabilidad del sistema financiero. Entre los riesgos que estudia el BCE figura la evolución del euro, cuya apreciación ha inquietado a la institución puesto que dificulta el objetivo de repunte de precios. La cotización de la divisa europea ha descendido sin embargo en las últimas semanas, después de que la Reserva Federal anunciara el inicio de la reducción de balance y su voluntad de elevar tipos de nuevo el próximo diciembre. El descenso del euro a los niveles actuales de 1,17 dólares es por tanto un factor a favor de la reducción de compras del BCE, que el mercado espera se inicie para el próximo año. En línea con esta política del BCE, la FED ha iniciado, sin estridencias, el repliegue definitivo de estímulos.
Retomando el inevitable tema de las consecuencias económicas del referéndum del pasado domingo en Cataluña, es impresionante comprobar cómo ha centrado la atención de los mercados internacionales, con críticas a ambas partes implicadas y llamamiento a la negociación. La incertidumbre ha generado amplia volatilidad en los mercados por el previsible impacto económico de la situación, de lo que también advertían las agencias de rating, incluso S&P ponía en negativo la perspectiva del rating catalán. A nivel empresarial, Sabadell se veía obligaba a anunciar el cambio de su sede social a Alicante con el objetivo de garantizarse seguridad jurídica en caso de independencia y tranquilizar a inversores y clientes.
En otros sectores también había movimientos: Eurona, Oryzon, Naturhouse, Dogi, Proclinic cambiaban de domicilio y conocíamos el análisis de medidas similares por parte de Catalana Occidente, o Service Point Solutions. Se suma al último gran traslado anunciado el de Gas Natural Fenosa a Madrid.
En mi opinión, el más impactante, por el peso de su capitalización bursátil es el de CaixaBank, que ha optado por Valencia para cambiar de sede por la independencia. No en vano, se trata del pilar histórico de su sistema financiero. CaixaBank también ha preferido anticiparse a la posible declaración unilateral de independencia de la próxima semana al trasladar su sede fuera de Barcelona. Lo hará con destino Valencia, donde ubicará su domicilio jurídico, según ha anunciado la propia corporación a la CNMV. La publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) del decreto ley aprobado el pasado viernes por el consejo de ministros, en el que se faculta a los consejos la prioridad de actuar en el caso de un cambio de sede frente a la autorización de las juntas de accionistas, un precepto incluido en los estatutos del banco catalán presidido por Jordi Gual, facilita ese traslado a partir de la próxima semana. La Fundación La Caixa y Criteria trasladan su sede a Palma de Mallorca. La Fundación Bancaria La Caixa gestiona de forma directa la Obra Social, que se financia con los dividendos obtenidos de CriteriaCaixa, y cuenta este año con un presupuesto de 510 millones de euros, principalmente para actividades sociales, educativas, culturales, de investigación y emprendimiento. También parece que se plantean seriamente el traslado, empresas tan relevantes como Freixenet o Codorniu porque nada más anunciar el cambio de sede las mencionadas empresas, la recuperación de las cotizaciones no se ha hecho esperar.
A mi juicio, resulta descorazonador escuchar a miembros de la CUP proponer medidas de boicot a estas empresas, financieras y no financieras, por tomar una decisión de legítima defensa de los intereses de los empleados, clientes y accionistas de estas entidades, ante el ataque que representa la falta de seguridad jurídica derivada de toda esta inestabilidad política a raíz del sueño soberanista catalán. Oír como miembros del Govern le restan importancia, señalando que es algo temporal, que en todo el mundo hay bancos, refleja lo despegados y poco interesados que están en la realidad, en el día a día de los ciudadanos, cuyas peticiones dicen estar atendiendo.
Por otro lado, esta fuga de empresas de Cataluña y esta situación de tremenda inestabilidad, no es sólo pésima para Cataluña sino para el resto de España. Día a día lo vamos comprobando. La primera subasta de deuda pública que ha emitido el Tesoro en medio del conflicto catalán ha reflejado lo que los mercados venían anticipando en los últimos días: los inversores exigen más intereses a España por adquirir su endeudamiento ante el riesgo que observan en torno a la secesión de Cataluña. En la subasta de esta pasada semana se han conseguido colocar casi 4.600 millones de euros en varias emisiones a largo plazo, con precios ligeramente más altos que las anteriores. En este contexto, la prima de riesgo -el indicador que mide la diferencia entre lo que le cuesta a España colocar su bono a 10 años en el mercado frente al alemán- también se puede ver seriamente afectada si no reconducimos esta situación, lo cual traerá nuevamente encarecimiento del coste de financiación de nuestro país.
Durante los 17 primeros años de mi vida no quise ser otra cosa que músico. Finalmente decidí que tenía más talento para los números que para las teclas del piano, pero me alegro de haber disfrutado de ello y de poder entender y tocar las obras de Bach. Siempre me pareció sorprendente que hubiera gente a la que no le gustara la música de Bach. Que la música de Johan Sebastian Bach no le dijera nada. Un día llegué a la conclusión de que era debido a su falta de educación musical y una cierta necedad. Que ante esta “Toccata e Fuga” empresarial, de manera masiva, del tejido productivo y financiero catalán, haya gente, que se dicen llamar políticos, a los que esta situación no les dice nada, no puedo otra cosa que pensar que semejante indiferencia se deriva de su falta de educación y comprensión económica y de mucha necedad política. Los bancos y empresas catalanas se sienten «tocadas» injustamente y por ello se «fugan».
Yo considero que resulta apremiante tomar medidas políticas, amparadas en el marco constitucional, que logren reconducir esta situación que tanto nos puede perjudicar a los españoles. Estoy en Gran Bretaña y aquí, en este país, se tuvo intervenida a Irlanda del Norte mientras fue necesario y no pasó nada. En octubre de 2002, y por cuarta vez desde que se firmaron los Acuerdos de Viernes Santo, en 1998, el Gobierno de Tony Blair decidió suspender la autonomía de Irlanda del Norte para superar una crisis política. La autonomía fue suspendida por primera vez en febrero de 2000 durante tres meses por el entonces ministro Peter Mandelson. Su sucesor, John Reid, ya había aprobado dos suspensiones técnicas de 24 horas en agosto y septiembre de 2001 para evitar la convocatoria de elecciones anticipadas en dos de las numerosas crisis que han enfrentado a ambas comunidades políticas. Y fue la única forma de superar la falta de confianza que Londres tenía en la zona. Y no pasó nada. El objetivo era la estabilidad y lo lograron. La comunidad internacional no puso el grito en el cielo. Sencillamente entendió que era la forma de resolver un problema político y lo aplicó porque tenía instrumentos legales para hacerlo. Y aquí sigue el Ulster, pegadito a la Gran Bretaña.
Evidentemente, amable lector, suena muy bien apelar al diálogo, incluso tan bien como la música de Bach, pero con personas que han puesto de manifiesto su falta de nivel político además de su necedad, no creo que sea posible diálogo alguno. Sencillamente, ya no son interlocutores válidos.
SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA ASOCIADA A LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.