Decálogo de supervivencia para una crisis

Estamos en una grave crisis, amable lector. Bien lo sabe usted. Más bien, se trata de una tormenta perfecta resultado de una pandemia aún no superada del todo que supuso un parón brutal de la actividad económica y, para algunos, el cese definitivo de su actividad. Tras ello, una escalada de precios, que ha traído un considerable incremento de los costes energéticos, todo ello agravado por la invasión de Ucrania por parte de Rusia, con Putin como ideólogo del desastre civil y económico tanto para Ucrania como para Rusia, como para el resto de países europeos. Estamos sufriendo, además, una escalada en la inflación que se acerca al doble dígito. Todo esto se escapa al control por parte del ciudadano medio, ante lo cual, solo puede intentar defenderse y esquivar el golpe o aminorarlo de la mejor manera posible, tomando decisiones que tengan que ver con la mejor gestión de los activos y pasivos bancarios, medidas de ahorro en distintos ámbitos, el uso más sostenible de la energía, la fiscalidad y la formación financiera. He aquí un decálogo de medidas a tal fin.

1.Mejorar la gestión de los activos bancarios: Los activos del banco (préstamos y créditos) son los pasivos de quien solicita la financiación, sea esta o no hipotecaria. El cambio en la hipoteca a otra entidad bancaria es una posible solución si no tenemos contratada la mejor opción para nosotros. Para contratar el mejor préstamo hipotecario es necesario hacer 3 cosas: conocer y comparar las ofertas de distintos bancos, saber cuál es la cuota máxima que podría soportar la economía familiar y explotar las posibilidades de personalizar las condiciones, porque si somos personas solventes, todas las condiciones públicas pueden ser mejorables de manera privada. Es una lección constante que repito a mis alumnos: una buena negociación con el banco es una de las negociaciones más importantes de nuestra vida económica. El cambio de entidad bancaria para la hipoteca siempre es posible si las nuevas condiciones mejoran claramente las previas y si compensan los gastos de cambio. También es factible la subrogación de hipoteca que, en general, acarrea menos gastos. Siempre hay que sentarse y negociar porque, dependiendo de la situación económica de cada cliente, son mejorables casi siempre. Por temor a la subida de tipos, que se dará, de momento considero que no estamos en situación de que una hipoteca a tipo fijo mejore las hipotecas a tipo variable, porque, aunque suban razonablemente los tipos de interés seguirán estando muy bajos. Es la lógica medida de política monetaria en un entorno tan inflacionista.

 

2.Mejorar la gestión de los pasivos bancarios: Nuestros depósitos (cuentas corrientes, cuentas de ahorro…) son los pasivos bancarios, esto es, los activos de nuestra contabilidad doméstica. La mayoría de los bancos apenas paga intereses por los ahorros de sus clientes debido al entorno actual de tipos de interés en mínimos y algunos de los que lo hacen exigen a cambio que el cliente se vincule (domicilie sus ingresos o recibos, por ejemplo). Pero siempre hay excepciones y, hoy día, es posible contratar cuentas de ahorro sin comisiones y sin vinculación con una rentabilidad superior a la media. De la misma manera que utilizamos comparadores para el precio de un vuelo o de un hotel, también los hay para las cuentas bancarias que remuneran nuestros ahorros.

 

3.Mejorar la factura de la luz: Los incrementos en las facturas han sido espectaculares. Una posibilidad es cambiar tarifas del mercado libre, dado que según datos de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), las tarifas de precio variable han demostrado históricamente ser las más beneficiosas para la mayoría ya que hay horas y meses en los que la electricidad es más barata. Otra opción es contra-ofertar a nuestro proveedor. No hay derecho a que se cobre menos a nuevos clientes que a los veteranos. Yo lo he aplicado y funcionó: amagas con irte y bajan la cabeza. Soy nuevo cliente a precio mucho más barato de la misma compañía con la que tengo el servicio desde que me casé, allá por el cambio de siglo. El control de uso también es importante: que no haya gastos extra verificando si la potencia contratada, que define cuántos aparatos pueden estar conectados a la vez, es la que se necesita de veras. Es importante tener mesura en la calefacción: debe estar entre 19ºC y 21ºC y no pasar de 16ºC en la noche. Por encima pierde eficiencia. Cada grado menos ahorra entre un 7% y 11%. Comprar temporizadores para calentarla antes de llegar a casa o para que no consuman por la noche es otra recomendación. Aunque los calentadores eléctricos portátiles son buenos para hogares de 40-50 metros cuadrados al concentrar el calor donde se esté, en espacio mayores son mejores opciones de combustión directa, como calderas de gas. La iluminación es otro punto que atacar. Más allá de aprovechar al máximo la luz natural y no dejar luces encendidas innecesariamente, pasarse a bombillas led ahorra hasta un 80%.

 

  1. Ahorrar en el consumo de agua: Además de contribuir a la sostenibilidad, mejorará nuestra factura. Es necesario ahorrar agua. Una persona consume de media 132 litros al día según cifras del INE. Hacer un uso adecuado del agua es una responsabilidad individual y, en cuestión del hogar, somos nosotros los que debemos saber gestionar su consumo de la manera más apropiada. Aplicar pequeños gestos como cerrar el grifo mientras nos afeitamos o nos cepillamos los dientes puede bajar el consumo de 40 litros a 3. Ajustar los tiempos en la ducha es otro consejo, ya que cada 5 minutos se consumen 100 litros, con ahorros potenciales de hasta el 83% en lugar de un baño.  Tener la casa en orden es una de las claves: cisternas, grifería, riego en perfecto estado. Todo ayuda en este ahorro tan importante para nosotros y para el planeta.

 

  1. Ahorrar en seguros, servicio de internet,…: El mismo truco que puede servir para la compañía de la luz, es útil con los proveedores de otros servicios. Vivimos en un entorno de ofertas y contraofertas continuas, lo cual puede ayudarnos a mejorar nuestras condiciones. En el caso de los seguros es muy habitual y la digitalización de los servicios ha ayudado a agilizar estos procesos. ¿Qué no me mejoras las condiciones? Pues me voy. Literal. Y, lo que es peor (o mejor, según se mire), funciona.

 

  1. Ahorrar en la cesta de la compra del supermercado: En plena pandemia ya empezamos a notar una subida importante de precios en los supermercados. De hecho, fueron de los que mantuvieron la actividad económica, cuando no podíamos salir de casa, pero podíamos salir a comprar comida. La escalada de precios ha continuado y, en algunos casos, para disimular, se observa reducción del tamaño del envase, pero manteniendo el precio. Hacer la compra on-line, eligiendo estrictamente los productos que realmente necesitamos y evitando tentaciones presenciales que nos lleven comprar productos innecesarios, puede ser una inteligente estrategia para controlar la cuenta final en un gasto tan cotidiano y necesario.

 

  1. Incrementar el uso del transporte público y de la bicicleta: Con el incremento desmesurado en el precio de los combustibles, recurrir en mayor medida al transporte público, además de ser favorable para la sostenibilidad, lo es para el bolsillo. Pensar en usar más la bicicleta, una asignatura pendiente en un país con tantas horas de sol como el nuestro, es otra sabia decisión. No solo mejoraremos en salud, sino en nuestra economía. Los países del Norte de Europa, con un clima mucho peor, nos llevan gran ventaja en esto. Es una cuestión de conciencia social, por nosotros mismos y por el planeta. Como anécdota, quisiera comentar que los únicos profesores que vienen sistemáticamente a trabajar todos los días a la Facultad en bicicleta son profesores de alemán y nativos alemanes. Creo que esto lo explica todo. Un cambio de mentalidad al respecto empieza a ser muy urgente para nosotros los españoles.

 

  1. Reducir el pago del IRPF: Ahora que estamos en plena campaña, tratar de considerar la declaración del impuesto con todas las desgravaciones y ventajas posibles para el declarante no solo es lícito, sino recomendable para el ciudadano fiel a su cita con Hacienda. Haciendo las cosas bien, es posible ahorrarse cantidades importantes en la declaración. Eso sí, los beneficios fiscales en muchos casos favorecen a quienes tienen mayores ingresos y grandes patrimonios que, lógicamente, son los que tiene más que pagar. Muy conocidas son las desgravaciones por aportaciones a planes de pensiones, o la desgravación por la hipoteca hasta un máximo de 9.040 euros al año, si es vivienda habitual y de compra previa a 1 de enero de 2013. La compensación con pérdidas de ganancias patrimoniales obtenidas, las cuotas colegiales obligatorias para el ejercicio profesional, las cuotas de afiliación a partidos políticos, los donativos, también tienen la capacidad de generar reducciones en el pago fiscal.

 

  1. Cambiar definitivamente a la mentalidad de ahorro: Suena difícil, pero en esta tesitura de pérdida de poder adquisitivo por el incremento de la inflación, unido al hecho contante y sonante de que nuestros ingresos no se han visto incrementados en la misma medida, no queda otra que vivir con mentalidad de control y, si es posible, reducción de gastos. Ahorrar, además, es uno de los propósitos más repetidos, pero, muchas veces, postergado. El día a día nos come literalmente. Un buen punto de partida es empezar el año analizando cuáles son los gastos fijos (alquiler o hipoteca, préstamos, recibos del hogar, alimentación, etc.) y los ingresos, para hacerse una idea de cuánto dinero se tiene disponible cada mes y cuánto se gasta. La regla 50/20/30 ayuda a distribuir los ingresos y a habituarse a ahorrar. Es muy sencilla: el 50% de los ingresos se destinan a cubrir las necesidades básicas, el 30% a costear los gastos personales como, por ejemplo, las actividades de ocio, y el 20% restante se ahorra. El siguiente paso es separar el dinero ahorrado para no gastarlo. Se puede recurrir a huchas virtuales, también llamadas metas u objetivos de ahorro, que ofrecen algunos bancos. Son subcuentas que pueden abrirse fácilmente a través de la banca online y que permiten separar una parte del dinero. Eso sí, no suelen tener rentabilidad. Ser prudente, anotar gastos, controlar las comisiones, recurrir de manera muy puntual al crédito, negarse al sobreendeudamiento, programar transferencias automáticas de cara al ahorro, fijarse metas a largo plazo, practicar un consumo responsable, ser precavido en la revisión de cargos en cuenta y tarjetas bancarias, no solo ayuda a hacer balance de nuestra situación financiera sino a detectar rápidamente si somos víctima de un fraude.

 

  1. Mejorar la formación financiera: Es un buen consejo en general, pero en circunstancias difíciles en particular. En la coyuntura actual, las ventajas de esta formación se incrementan. La educación financiera sigue siendo una asignatura pendiente para muchos españoles. La falta de conocimientos en materia económica impide tomar buenas decisiones y no ayuda a llegar a fin de mes o a ahorrar. Por ello, conocer los productos financieros existentes y sus características básicas es una baza innegable a la hora de elegir las inversiones más convenientes en cada momento, según nuestros ahorros disponibles y según la coyuntura económica en cuanto nivel de riesgo, tipos de interés y circunstancias macroeconómicas con influencia en las inversiones particulares.

 SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA Y CONTABILIDAD DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA VISITANTE DE LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.