Esta compañía nació en Madrid en 1918 como Compañía Urbanizadora Metropolitana, para levantar el entonces nuevo barrio de Cuatro Caminos, a donde había llegado el suburbano. En 2003 absorbe Bami y en 2005 adquiere un 30% de Gecina en Francia. Tras el inicio de la crisis del ladrillo, la banca acreedora entra en el capital en 2008. Santander, BBVA, Sabadell, Popular y Bankia lanzan un opa de exclusión en 2012, por lo que Metrovacesa deja de cotizar después de 50 años en Bolsa. En junio de 2016, la compañía disgregó su negocio no residencial aportándolo a la socimi Merlin Properties y creando Metrovacesa Suelo y Promoción para el negocio de construcción de viviendas. Cuenta como presidente con Ignacio Moreno y Jorge Pérez de Leza es el consejero delegado. Metrovacesa se ha adelantado a Vía Célere en la intención de incorporarse a Bolsa. Tuvo como coordinadores del estreno a sus dos accionistas, Santander (propietario del 70%) y BBVA (29,6%), además de Morgan Stanley y Deutsche Bank. Por su parte, Goldman Sachs, Société Générale, CaixaBank, Norbolsa y Fidentiis también participaron en la búsqueda de nuevos accionistas, fundamentalmente internacionales. Este regreso a Bolsa ha sido como una celebración de cumpleaños en el centenario de su fundación. Tras un periodo de obligado saneamiento, la compañía ha protagonizado la mayor OPV para 2018 e iniciará una nueva etapa. En la OPV, las entidades han mantenido un paquete de control, a la vez que tienen la oportunidad de recuperar buena parte de su inversión. La compañía tenía pensado debutar el pasado lunes a un precio de entre 18 y 19,5 euros y finalmente lo retrasó para ayer, 6 de febrero de 2018, reduciendo el precio a 16,5 euros por acción, debido a la escasez de demanda. Así, Metrovacesa tuvo un valor inicial en Bolsa de 2.502 millones de euros superior al de 78 empresas del Índice General. La OPV de hasta un 29,7% del capital, estuvo dirigida exclusivamente a inversores cualificados (institucionales) aunque desde ayer, fecha del debut, cualquier inversor puede comprar títulos de la compañía. Uno de los aspectos clave a tener en cuenta como inversores es el pago de dividendos: en el folleto de salida a Bolsa se indica que no espera pagar dividendos hasta 2020. Durante los dos primeros años tiene la intención de dedicar el flujo de caja a continuar el crecimiento del negocio.
Metrovacesa (sede en la foto), además, tiene importantes restricciones para retribuir a los accionistas, hasta el punto de que este año no podría pagar dividendo aunque quisiera, según reconoce la inmobiliaria en el folleto de admisión registrado en la CNMV. A partir de 2019 la situación será distinta, pero solo si cumple ciertas condiciones: no haber impagado ningún compromiso de abono es una de ellas, además de demostrar que tiene caja suficiente para pagar todos los costes financieros que se puedan exigir a la compañía en el periodo de seis meses posteriores al pago del dividendo. Con esas cláusulas, Metrovacesa ha preferido posponer a 2020 el primer intento de retribuir a los accionistas. Entre los riesgos de la compañía destacan el poco recorrido de la nueva Metrovacesa: la crisis política en Cataluña es uno de los principales riesgos para el negocio de Metrovacesa, ya que el 19% de su cartera de suelo está en esta región. La empresa se estrenó con una caída del 7,3%, seguramente también influenciada por lo sucedido el pasado lunes en Wall Street. Finalmente, la caída de la jornada inicial quedó en el 3,03%, hasta los 16 euros por acción, frente a los 16,5 fijados para su regreso al parqué, el precio más bajo manejado por los accionistas de la compañía y la banca colocadora.
Confío, amable lector, en la recuperación del valor y en que saque provecho de lo que representa su cotización bursátil que es la mejora de sus posibilidades de financiación.
SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA ASOCIADA A LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.