Fernando IV, un rey en la nevera | Los episodios avilesinos - Blogs elcomercio.es >

Blogs

Alberto del Río Legazpi

Los episodios avilesinos

Fernando IV, un rey en la nevera

En el Archivo Histórico de Avilés, congelador documental del tiempo histórico avilesino, se conservan algunos de los privilegios que este rey castellano–leonés le concedió a la Villa.
          Dicen que estadista es un buen político que lleva muerto quince años. ¿Qué calificativo merecería quien, siendo un buen estadista, murió hace más de setecientos años?
          Tanta verdad hay en que 1312 fue el año del fallecimiento de Fernando IV como en el hecho de que pocas ciudades españolas se han visto tan favorecidas por un estadista como lo fue Avilés por este rey, al que nunca se le han dado las gracias.
          Un poco de educación no vendría mal, aunque solo sea por el chute de privilegios que la Villa asturiana obtuvo de los reyes castellanos durante la Edad Media, y de éste en especial. Fue de órdago a la grande y así se puede comprobar en el Archivo Histórico local, una nevera documental del tiempo histórico avilesino con valiosos pergaminos en su congelador que dan cuenta de la relación privilegiada que existió entre el concejo asturiano y la monarquía castellano–leonesa.
          A lo largo de los siglos Avilés tuvo como norma de comportamiento político la lealtad hacia el poder legalmente establecido. Y eso le dio, en su día, réditos (por supuesto que acompañados por las circunstancias, nada desdeñables para un Rey, de tener un puerto marítimo de mucho cuidado y unos almacenes de sal cosa fina) suficientes como para merecer un Fuero Real, que privilegió a sus vecinos y causó la envidia de sus convecinos.
          Hoy los dadores del aquel Fuero están reconocidos –aunque relativamente, vaya por Dios– en el callejero local.
           Y es que Alfonso VII, rey que confirmó el Fuero a principios del siglo XII tiene una calle a su nombre desde finales del siglo XIX, que nadie –excepto, quizás, los residentes en la misma y, por supuesto, el sufrido servicio de Correos– conoce por tal nombre sino por el de ‘Calleja Los Cuernos’. Una cabronada de mucho cuidado.
          Algo parecido le ocurre a su abuelo Alfonso VI, a quien tanto se tardó en agradecer el hecho de que tuviera el detalle de concederle a Avilés el Fuero cuando acababa el siglo XI, ya que tal reconocimiento tuvo lugar cuando finalizando el siglo XX, la Corporación presidida por el alcalde Agustín González Sánchez, ingresó al rey en el callejero local. Aunque no creo que la plaza de Alfonso VI la conozca por tal nombre ni el 0,2% de los avilesinos, pese a estar en pleno centro de la ciudad y entre dos de las calles más célebres del casco histórico: La Ferrería y El Sol. Cruda realidad callejera.
          Pero faltan otros por reconocer, por ejemplo Fernando IV rey de Castilla y de León (que nació en Sevilla y murió en Jaén) a quien aquellos que ponen motes post morten, a veces con la imaginación de un ladrillo, le adjudicaron el de ‘El Emplazado’ por un sucedido que tuvo este rey con el más allá. Una historia que supongo le encantaría contar a Iker Jiménez en su conocida serie televisiva ‘Cuarto milenio’.

Fernando IV de Castilla y León (1285-1312)


          Fernando IV tuvo un abuelo (Alfonso X ‘El Sabio’) alabado no como guerrero sino como ilustrado y eso siempre da caché. Pero sobre todo tuvo la suerte de tener una madre llamada María de Molina, un plus de señora con inteligente mando en plaza, a quien uno tiende a ver como apuntadora constante en las decisiones de aquel rey niño de 16 años de edad, fallecido siendo un joven de veintisiete.
          Y si el Fuero, concedido y ratificado por los Alfonsos (números 6 y 7) privilegiaba a los avilesinos eximiéndolos, por ejemplo, del pago del portazgo (derechos que se pagan por pasar por un sitio determinado de un camino, y me viene a la cabeza el peaje de la autopista del Huerna) desde la mar hasta León, pues Fernando IV lo amplió a la totalidad del reino.
          Tiene escrito David Arias García, abogado a quien le encantaba la historia de su ciudad, que «los vecinos de Avilés, sus rieras y jurisdicción, eran libres en cuanto al pago de derechos de ‘aduanage, peaxe, andage ni pertazgo’ por mar y tierra, excepto en las tres ciudades de Sevilla, Toledo y Murcia». Tremendo.
          Por las mismas también liberó a los avilesinos del pago por anclaje en todos los puertos marítimos del reino, lo que significaba un plus comercial de mucho cuidado pues el tráfico marítimo era el gran capital de Avilés junto con los alfolíes de sal.

El Alfoz de Avilés (Mapa tomado del blog El Alfoz de Gauzón).


          Otro tanto ocurrió con el privilegio que los liberaba del servicio militar, protegiéndolos con ello de los nobles belicosos que andaban a la caza y captura de carne de cañón para sus batallitas particulares. O el pago al que estaban obligados, en su defecto, los que querían librarse de dicho servicio militar. También estos servilismos se los cargó Fernando IV.
          Pero la coronación, y nunca mejor dicho, fue la concesión del Alfoz –un episodio aparte– mediante el cual quedaban subordinados al de Avilés los concejos de Gozón, Carreño, Illas, Castrillón y Corvera. Cerca de 300 kilómetros cuadrados de jurisdicción. Nunca fue Avilés tan grande, ni tan espacioso en el tiempo fue su poderío: cerca de cuatro siglos.
          Puede que todo esto no sea más que un desparrame afectivo, por lo que no voy a seguir dando la brasa. Pero conste mi convencimiento de que los privilegios que concedió a Avilés deberían ser más que suficientes para hacer posible que Fernando IV ‘El Emplazado’ tuviera plaza en Avilés.
          Es de cajón.

Los episodios avilesinos es un blog de La Voz de Avilés

Sobre el autor

Espacio dedicado a aspectos históricos, biográficos, costumbristas y artísticos, fundamentalmente de Avilés y su comarca actual, así como a territorios que, a lo largo de los siglos, le fueron afines. Tampoco se excluyen otras zonas del planeta


noviembre 2015
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30