CATHEDRALIS OVETENSIS DIOECESIS

            Dado que los profesionales del turismo son muy aficionados a recordarnos que conocemos Shanghái pero no San Martín de Oscos, que hemos intentado subir el Himalaya pero no hemos visto el Urriellu desde Sotres, o que nos hemos metido 13000 km para ver Buenos Aires o Montevideo sin conocer a fondo Gijón, decidí el pasado jueves que este año había visitado no menos de nueve catedrales foráneas y le tocaba darle un repaso a la nuestra.

            Desde la impresionante vista alta por una mínima escalera de caracol de la Catedral de Burdeos a la serenidad de la de Jerez, desde el Duomo de Milano donde les escribiré estas líneas la próxima semana a la de Jaén, que abre a las 8 de la tarde por los rigores estivales, he visto muchas, pero me sigo quedando con la nuestra.

            El recorrido que, desde hace año y medio, prepara el Arzobispado a la Catedral, la coloca en el mapa europeo de relevancia. Dos opciones de 45 o (ya saben, sin tilde, según las últimas recomendaciones de la RAE del pasado julio) 90 minutos, donde pueden apreciarse todas las joyas de la Catedral a excepción del Santo Sudario, que solamente se exhibe, como saben, en Semana Santa, día del Corpus y del 14 al 21 de septiembre.

            Allí puede verse explicada la Cámara Santa y sus joyas, el claustro completo, el museo de la Iglesia, el cementerio de peregrinos, así como todas y cada una de las estancias principales. Con sus definiciones pormenorizadas, que detallan cómo la región sin su Catedral y sin el papel de la Iglesia no existiría, y viceversa. Le duela a quien le duela.

            La tarde del pasado jueves, donde el marcador de temperatura de la calle García Conde gritaba 34, me acompañaban en la Catedral no menos de 80 personas, todas de otros lugares, que visitaban Oviedo, que era parte indispensable de todo viaje por el Norte. Y la Catedral parte del recorrido por esta ciudad. No se entiende una sin la otra. El turismo en Oviedo incluye la Catedral como plato estrella. 80.000 personas lo hicieron el primer año desde que se cobró por acceder.

            El tema del cobro es entretenido también. Tan criticado y polémico, es el más barato que he pagado en toda Europa este año. Y si uno es de Oviedo, paga 8 € en lugar de 7, puede entrar las veces que desee durante un año, tiene actividades programadas durante el invierno y se le comunican con antelación. ¡Un dispendio equivalente a dos cervezas en una terraza!

            No comprendo pues cómo puede negársele a la Catedral la ayuda municipal que se entregaba, de 20.000 €, porque se cobre la entrada. No se puede poner la ideología delante del interés ciudadano. Esta Catedral alberga joyas que todos quieren ver y es una joya de la ciudad en sí misma.

            Llama la atención cómo la audioguía que explica cada sala de la Catedral, trata con profesionalidad la revolución del 34. Sí, la que puso dinamita en la cripta de Santa Leocadia y se cargó más de medio claustro (uff, qué cercano me suena a Palmira, y qué terrible) e intentó derribar el templo completo. Se refiere únicamente a “los sucesos de 1934”, sin ideología, sin crítica, y con derecho a hacerla.

            Cuando uno visita la Cámara Santa, la audioguía explica a los foráneos y nos recuerda a los ovetenses que allí se conserva la Cruz de los Ángeles, símbolo de la ciudad y su consistorio.

            Consistorio y Catedral no pueden vivir de espaldas uno al otro. Una cosa es que no se quieran compartir las fresas, lo que respeto, porque uno va a misa si quiere y sino no, que nadie le pone una pistola en el pecho, pero ha de cuidarse esta joya que todos quieren ver, que todos querrían tener. Es realmente barato conservar lo que nos dieron. Orillarlo sería un capricho.