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Iván de Santiago González

Lecturas Voluntarias

SERONDAYA

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            Todos, en nuestra niñez casi olvidada y en nuestra juventud aún añorada, hemos leído las historias de aquella heroica aldea gala que resistía la invasión del ejército romano, donde un grupo de locos resistían las acometidas del enorme Imperio a base de sus propios recursos, sus pócimas de locura (o cordura) y la idea de que querían seguir siendo como eran.

            Aquí, en Asturias, esta región convertida en un páramo cultural a base de tener que preocuparnos más por comer que por leer, más por sobrevivir que por llenar el espíritu, quedan algunos lugares parecidos a aquella que los romanos llamaban simplemente  “la aldea de los locos”.

            El pasado sábado, con ocasión del peregrinaje que algunos hacemos tras los conciertos de Pablo Moro, visité Cenera para ver música en directo. El concierto, dentro del ciclo “Los conciertos de la panadería”, lo organizaba la asociación Serondaya. Ya les había conocido el pasado año, con ocasión de la fiesta de la esfoyaza que organizan en octubre, donde mayores y niños comparten un amagüestu con música en directo, lecturas y aprendizaje de cultura asturiana.

            Ahora he visto su programación cultural y el ahínco con el que hacen las cosas.  He visto que organizan, durante enero, febrero y marzo, un ciclo de siete conciertos en un coqueto local que protege del invierno asturiano, donde los artistas cobran de la aportación de los locales de la zona y de la voluntad de los que asisten. En octubre tenían una fiesta cultural asturiana, en otro período teatro, y ahora música.

            Es una resistencia tenaz al invasor que impone a abulia y el hartazgo. Es la lucha de un pequeño núcleo que sabe que el día que se rinda y deje de existir cultura en su pueblo, vendrán las hordas del imperio invasor, materializado en el desconocimiento, y se llevarán lo poco que nos queda. Ellos porfían por seguir transmitiendo las costumbres a otras generaciones, y por darles, al nivel de los grandes ayuntamientos de la región, actividad cultural permanente.

            En un local adaptado sobria y suficientemente para el directo acústico, sin molestar a nadie, los artistas tocan libremente, y los parroquianos y visitantes disfrutamos, y nos tomamos algo en el bar que han instalado en el mismo, con una pequeña barra y una nevera. No se necesita más. Un escenario, unas sillas, y ganas de aprender y de escuchar.

            Es sinceramente admirable ver que tenemos aldeas en esta región que no se rinden. Donde uno puede acudir una fría noche de enero y ver a los vecinos charlando a la puerta, para compartir la música o el teatro, y volver a sus casas, comentando la experiencia juntos. Había tres generaciones de abuelos, hijos y nietos escuchando. Había ancianos observando atentamente y niños correteando al son de la música. Había ganas de que no nos coman los invasores.

            Serondaya, en asturiano, es la labor de siembra que se realiza en el campo durante el otoño.

            Puedo prometerles que esta siembra es de las buenas, de las que no habrá tormenta que se lleve, porque está echando raíces. Los niños que asisten a sus múltiples actividades son prueba de ello.

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Sobre el autor

Abogado y escritor. Grafólogo. Presidente de la Sociedad Asturiana de Grafología. Profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y del Máster en Abogacía de la Universidad de Oviedo. Autor de cinco novelas publicadas y ganador de varios premios de relato. Exconcejal del Ayuntamiento de Oviedo en el período 2007-2011.


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