A los pies del Pozo Barredo ondea una bandera de Asturias, pero de una Asturias negra. Son poco más de las nueve en Mieres y el azul asturiano de la insignia toda la vida es color carbón. El alfa y la omega en amarillo sobre el oscuro fondo representan la marcha negra que hoy comienzan ochenta mineros rumbo a Madrid, para picar a la puerta del Ministerio de Industria.

A pocos metros, Rocío Tornavaca escribe negro sobre blanco un “te quiero”, para que su marido Víctor Luis Pérez la lleve en la cabeza todo el camino. Así queda plasmado con rotulador en el casco blanco de minero. Luis Manuel Fernández se ajusta el que le firma su mujer, Almudena Encares. “Iremos a verlos todas las etapas que podamos; son muchas”. Pero, “no nos saques llorando”, piden medio serio, medio en broma.

AUTOR: J.M.PARDO

Porque aunque todos, los que se quedan y los que se van, sepan que “lo peor está por llegar”, en alusión al calor que sufrirán en la meseta, trabajadores de la mina como Jorge Expósito prefieren, al menos de momento, quedarse con las energías que hoy estrenan. “Estoy un poco cansado, pero fresco y con ganas de seguir para adelante”. Este minero del Pozo Monsacro resume así sus sensaciones después de una caminata de veinte kilómetros. Tanto él como sus compañeros agradecen que hubiera”muchísima gente, por ejemplo en la plaza de Pola de Lena”. Los aplausos procedían de chigres, ambulatorios, colegios, ventanas, hasta de los coches que, en su mayoría de forma paciente, esperaban retenidos a que pasara la marcha. Por el camino se habla un poco de todo: aficiones, familia, amigos. “No siempre de trabajo”, señala Jorge, “porque sino, se te calienta la sangre…”.

También el asfalto va a hacer subir el mercurio en cuanto se abandone el verdor del Principado. Por ello dejarán a un lado los cascos de minero que hoy llevaban “para el día inaugural”, dice sonriendo Jorge. Y es que por mucho apoyo que lleven escrito, lo que importa es llegar a la decimonovena etapa.