El polideportivo, preparado para pasar la noche con los efectivos de Cruz Roja en la entrada.
La marcha del carbón dormirá esta noche bajo un elevado techo. Se trata de una suerte de hangar, facilitado por Cimanes de la Vega, una localidad que pertenece a la comarca de Esla-Campos, en León, y que en conjunto, no suma más de 600 habitantes. Con el sol de mediodía cayendo a plomo, era imposible toparse con ninguno de ellos. Sólo los vehículos de apoyo de los sindicatos, los integrantes de la marcha, y la Guardia Civil, se movían por las calles desiertas, arenosas y resecas del pueblo. Dentro del hangar que esta noche será su hotel, el runrún de los mineros descargando sacos y esterillas se mezclaba con el zumbido de las cigarras, que han sustituido a las gaitas como banda sonora de bienvenida. Pero hasta en el páramo hay oasis: la piscina municipal se puso a su disposición. Detrás quedaba una etapa relativamente corta, tras alargar la del día anterior casi seis kilómetros. Era el momento de hacer balance de la primera semana de marcha negra. Shaila Andrés descansa apoyando casi todo su peso en el pie bueno. En el izquierdo, la picadura de un presunto insecto, “te digo bicho, pero no saben qué me picó”, explica, le ha supuesto ver como su tobillo se hinchaba hasta doblar su tamaño. Ahora, una venda sobre el pie tatuado la ayuda a recuperarse pronto. “A Madrid hay que llegar, eso, fijo”, sentencia. ¿Por qué? Iván Álvarez lo tiene claro: “Porque se están riendo de nosotros”. A lo que su compañero Jorge García responde con un mensaje para todo el grupo: “Mucha fuerza para los compañeros y a seguir luchando”. La idea de que la llegada a Madrid va a ser el comienzo de nuevas acciones en la capital flota en Cimanes de la Vega de manera persistente.
La oleada de altas temperaturas ha provocado que dos de los mineros que marchan hacia Madrid hayan pasado la noche en el Hospital, a causa de sendos golpes de calor. Uno de ellos es José Barreiro Abad, de 35 años, trabajador de Uminsa, quien en la mañana de hoy, y a pesar de las recomendaciones médicas de tomarse de descanso esta jornada, ha partido con sus compañeros en esta quinta etapa. Afirma encontrarse “bien”, tras administrársele dos bolsas de suero en las instalaciones médicas leonesas. En ellas se le realizaron análisis y placas, y el diagnóstico no fue otro que una bajada de tensión. José se empezó a encontrar mal “hacia las ocho de la tarde, cuando ya estaba instalado en el pabellón”, y recibió los primeros auxilios por parte del equipo de Cruz Roja que acompaña a la marcha del carbón. Ahora sigue la marcha. “En el momento, casi me caigo, pero ahora, para adelante, no lo dejo”, afirma rotundamente.
La marcha del carbón se dirige a Villamañán en esta sexta etapa
Por otro lado, un minero ha tenido que abandonar la marcha a causa de una tendinitis, y otros dos completará la etapa de hoy a bordo de un vehículo de apoyo para dar tiempo a que se curen las ampollas enquistadas que tienen en los pies, y posteriormente continuarán la marcha.
Cruz Roja está atendiendo, mayoritariamente, “tirones, subidas de gemelos”, así como “todo tipo de ampollas y rozaduras”. Tras dos horas de camino, en el trayecto León – Villamañán, han atendido ya “nueve o diez” nuevas llagas en los pies. También hay quien tiene que caminar con mascarilla debido a la gran densidad de gramíneas de la zona, que le pone las cosas difíciles a los alérgicos. Ya se ha atendido un ataque de asma, que quedó solventado con la administración de antihistamínicos. A partir de hoy, se unirá a la marcha un médico.
En las paradas para avituallarse, está siendo habitual ver estiramientos, masajes y friegas de todo tipo que intentan hacer más llevaderas las cargas musculares. Pese al resol que hoy impera en esta parte de la meseta leonesa, los protectores solares de 50 FPS pasan de mano en mano en cada parada. Las nubes han hecho bajar unos grados la temperatura, llegando incluso a llover hacia las nueve y media de la mañana. Las precipitaciones no han provocado queja alguna. Más bien, todo lo contrario.
“Soy más antiguo que el logotipo de la empresa”
Con 49 años y 32 de mina a sus espaldas, “dicen que soy el minero en activo con más solera de España, que soy más antiguo que el logotipo de la empresa” Óscar Fernández Gatón, ha hecho hoy feliz a su padre, José Fernández Trobajo. Al ver al dirigente del SOMA, José Ángel Fernánez Villa, se acercó a saludarle. “Conocía a mi padre, que tiene 81 años y no ha podido venir, se ha quedado en casa mordiéndose los puños, pero vine yo a apoyarlos por los dos, y al ver a Villa, pensé que tenía que acercarme”. Un encuentro que califica como “muy emotivo, muy cercano, un compañero, un rojo en definitiva, y me impresionó verlo caminar trechos tan largos, a fin de cuentas es de la quinta de mi padre”. El propio Villa no duda en mostrar las cicatrices de su espalda mientras explica que tras cada caminata, la ambulancia de la marcha le pasa revista para comprobar que no se resiente su salud.
José Fernández Trobajo “fue el primero en dar la cara en la Transición por el sindicato y el partido en León, se la jugó, llegó a tener una pistola en la sien por no querer llevar su foto al cuartel de la Guardia Civil”. Destaca que además, “conoció a Felipe González, a José Bono, algo que cuenta con mucho orgullo, tuvo una larga lucha”, relata su hijo, que hoy se ha “reencontrado, de alguna manera” con el histórico sindicalista.
Un paseíllo de ida y vuelta
Hoy la marcha del carbón no camina sola. Cuenta con la compañía de algunos mineros leoneses, de la zona de Laciana, que a primera hora han levantado sus bastones para formar un paseíllo y animar a los mineros en su marcha. Por debajo han pasado José Ángel Fernández Villa y Maximino García, cabezas del SOMA y la Federación de Industria de CC.OO. respectivamente, además de todos los integrantes de la comitiva. “Me sentí emocionado, casi se me caían las lágrimas”, dice José María Pérez, trabajador de Coto Minero Cantábrico. “Yo creo que cosas como esa ayudan muchísimo, que hayan venido de Laciana los que en 1992 ya hicieron una marcha como la nuestra, a darnos ánimos, es un apoyo importantísimo”.
Poco más adelante, en Chozas, donde se produjo una breve pausa de avituallamiento, el veterano Jesús Jovellá, también de CMC, echaba la vista atrás para recordar la marcha del 92, de la que formó parte. “Me lo propusieron desde el sindicato y no lo dudé, vengo con mucho agrado”. Sin embargo, no es optimista en cuanto al resultado. “Esto no tiene pinta de terminar”, comenta en referencia a si el ministro de Industria se sentará a negociar. Se refiere a él como “el platanero”.
Ya en Palazuelo, punto final de la etapa número seis, el paseíllo ha vuelto a repetirse. Esta vez, han sido los mineros de la III Marcha del Carbón los que han levantando sus guías y bastones para homenajear a los “veteranos” leoneses que en 1992 les precedieron. Los vítores y aplausos de agradecimiento han marcado el comienzo de una tarde de descanso.
Esta noche, la marcha del carbón dormirá en una carpa instalada en el prado del Hostal Camping de Palazuelo, que les ha prestado sus instalaciones situadas en Villamañán. Contarán con once duchas, cafetería, comedor y piscina al aire libre. Antes de su llegada la intendencia ya ha descargado los sacos de dormir y el resto del equipamiento necesario, así como la comida. Dos integrantes de la marcha tienen ya apartada su comida: uno es celíaco, y come solo el embutido del bocadillo, y otro es alérgico al embutido y hoy le toca bocadillo de queso. Alrededor de las tres menos cuarto, la marcha ha concluido su sexta etapa bajo un manto nublado.
“Soria, vete a pescar salmones”
Las aportaciones a la marcha siguen; algunas incluso nacen del asfalto. Al salir de León, una señora canaria dejó en el suelo de una rotonda 15 euros. Según Roberto González, minero leonés, debían repartirse de una manera determinada, “diez para la caja de resistencia, y 5 para cambiar el canario”. González se aventura: “Será el del Ministerio, y no el de la jaula”, dice entre risas. De la dedicatoria que le firmó en el casco, comenta que la mujer, de mediana edad, le explicó que es por un caso de conflicto urbanístico que presuntamente se le atribuye en el archipiélago al titular de Industria.
Dedicatoria de una señora de Canarias al minero Roberto González
“Canso más de los brazos por saludar a la gente que de caminar”. Jairo Torre, participante en la marcha negra, resume así la segunda etapa, que hoy el grupo de mineros asturianos ha completado entre dos tierras, justo delante del abandonado parador de Pajares que une el Principado con Castilla y León. “Mucho apoyo”, agradece. Y a toda velocidad, llegando antes de lo previsto. Allí, delante de los carteles con el nombre de las comunidades autónomas, las fotos de rigor, enarbolando banderas a modo de los conquistadores en la cumbre del Everest. Bien pueden hacerlo ya que este ha sido su ochomil particular, o si se quiere, su Angliru.
Y como en las buenas etapas de montaña, han estado recibiendo saludos desde los coches, pitidos de los camiones, y han disfrutado incluso de banda sonora propia. Lucía Fonseca, con su gaita a cuestas, ha sido la encargada voluntaria e inesperada de tocar, entre otras, el Asturias Patria Querida, al paso de la comitiva del carbón por La Muela. Acompañada por su hermana Mirella y su madre Paloma Gutiérrez, consiguió emocionar a más de un minero con sus notas musicales.
Lucía Fonseca, con su hermana Mirella, su madre Paloma Gutiérrez, y la gaita con la que tocó al paso de los mineros.
Ya en Pajares, Chefa Suárez se adhirió a la marcha luciendo una camiseta de apoyo a los mineros, y aguantó hasta alcanzar el Mesón El Ruchu. Varios voladores les dieron salvas de bienvenida cuando la pendiente ya era del diez por ciento.
Precisamente en este punto las cosas empezaban a ponerse, nunca mejor dicho, cuesta arriba. Al desnivel cada vez mayor se sumaba que el sol comenzaba a abrirse paso de entre las nubes, y muchos rompían a sudar, intensificándose la separación entre la cabeza de la marcha y la cola según los diferentes ritmos de paso.
Pero para corregir eso está la intendencia, que a voces y con gestos les indicaba que esperasen a los caminantes de la cola. Por otro lado, resaltando la colaboración vecinal, la mayoría de los que integran la organización comentaban orgullosos que “aún no han gastado un duro”. Por ejemplo, como señala Sergio Vicente desde la unidad que lleva el avituallamiento de Comisiones Obreras, “todo lo que llevamos dado hasta ahora salió de los almacenes de Hunosa y de los bolsillos de gente que colabora”. Y añade “lo único que gastamos de momento es en el combustible de los vehículos, ya podían estirarse las gasolineras…” con cierta sorna.
Un poco más arriba, en el área de descanso donde se ha repartido la comida, y antes de alcanzar los 17 grados de inclinación del tramo final, José Manuel Martínez, “metalúrgico reconvertido en técnico de prevención de riesgos”, de Avilés, les esperaba recostado en su moto. En esta mañana de sábado, “dudaba entre ir a correr y esto, y al final me decidí a venir a verlos y apoyarlos. Y a hacerme una foto con ellos para Internet”, dice sonriendo, aún con su smartphone en la mano. “Me río, pero el drama es cojonudo”, matiza.
Los participantes en la marcha, ya a la salida de Asturias. / L. Sevilla
