Hubo un tiempo en que no sentíamos la necesidad de dejar testimonio fotográfico de todo porque tampoco íbamos pertrechados con una cámara en el bolsillo. Los que tenemos una edad, tenemos un pasado que no estuvo tan fotografiado como el presente. Todo lo importante, y muchas veces lo que no lo es, lo fotografiamos con nuestros teléfonos móviles, lo subimos a redes sociales para dar testimonio de que sucedió, de que yo estuve allí. Por descontado, a la esperada visita de Mario Draghi a la Facultad de Economía y Empresa de Oviedo, iba yo con mi i-phone amarillo dispuesta a hacerle una foto a tan brillante ponente y la hice, en el momento inicial, en que nos permitieron usar los móviles. Lo último que me esperaba yo fotografiar era un tropezón de Supermario. Recuperó rápidamente el equilibrio, afortunadamente. Me alegro de tener una foto mía de recuerdo, haciéndole a Draghi una fotografía, gracias a EL COMERCIO y a su rapidez para publicar las fotos y la crónica de tan relevante evento.

La lección que nos dio Draghi tocó variados temas: el Brexit y la decepción que supuso para él, la burocracia que inunda Europa y que complica la generación de grandes empresas al tener que enfrentarse a 27 legislaciones diferentes, los retos energéticos que afronta el continente, la necesidad de crear grandes centros de investigación y colaborar en un mismo lugar quienes trabajan en lo mismo…Por momentos, destilaba un gran pesimismo, o eso me pareció, ante el riesgo de que Europa se quede atrás, de perder la fuerza y la presencia internacional frente a gigantes como China y EE.UU. Estoy convencida de que si no le ponemos remedio, desafortunadamente puede ser así. En los momentos complicados, y el que afronta ahora Europa lo es, es preciso tener valentía y tomar decisiones importantes, aunque sean difíciles. Él lo hizo en su momento. Draghi tiene méritos para ser recordado por muchas cosas, pero sobre todo por lo que fue capaz de hacer en una situación tan complicada como la que le tocó vivir al frente del Banco Central Europeo. Logró, ni más, ni menos, que salvar el euro, algo que otros países tomaban por un simple producto financiero, como nos explicó, pero para nosotros era, y es nuestra moneda, que sin tardar mucho, pasará a su versión digital.
Su lección se titulaba “Whatever it takes” y tal afirmación fue la suya en Londres. Se celebraban, por entonces, los juegos olímpicos en la capital del Reino Unido. La frase, que ha pasado a la historia, fue: “Haremos todo lo que sea necesario (…). Y créanme, será suficiente”. Este discurso se produjo fuera de la Eurozona, en una conferencia londinense, bajo la atenta mirada de otros banqueros centrales como Mervyn King, quien presidía el encuentro en calidad de presidente del Banco de Inglaterra. Europa sufría una tormenta financiera sin precedentes en la corta historia del euro, con las primas de riesgo disparadas, dificultades para acceder a financiación en los casos de España o Italia, y con muchos bancos en apuros. Fue un momento importante en la relativamente corta historia de la Eurozona. Con Italia y España tambaleándose con la austeridad, los rendimientos soberanos a través de la periferia europea estaban comenzando una espiral ascendente hasta niveles insostenibles. El colapso de uno u otro país podría haber desencadenado una desintegración caótica de la Zona Euro. Sin embargo, una mera frase cambió el rumbo del área común. Días después de esta afirmación, el BCE creó el mecanismo OMT (Outright Monetary Transactions) con el que podía comprar activos de deuda pública, principalmente de Italia y España. Esto fue suficiente para reducir las tensiones sobre estos países. La sentencia de Draghi se trasladó al sentimiento de los inversores. El Euro Stoxx, principal índice de renta variable europea, se revalorizó un 8% en tres sesiones. El Ibex 35, máxima referencia en la Bolsa española, se disparó un 13% en aquellas tres jornadas, entre el 26 de julio y el 30 de julio de 2012. En aquel momento, los mercados le creyeron. Y la recuperación, poco a poco, se produjo. A lo largo de los siguientes años, el BCE, como hizo antes la Reserva Federal (Fed) en Estados Unidos, diseñó una política monetaria expansiva sin precedentes y eso, en su momento, nos salvó.
Tener a Draghi en la Facultad, un ratito, nos ha permitido conocer algo más sobre él. No eludió preguntas más personales como las relativas a su formación y lo que representó para él doctorarse en Economía el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts). Ahí aprendió a trabajar duro, de la mano de grandes maestros y, según dijo, tomarse más en serio a sí mismo y a sus ideas.
También ese rato con nosotros, le dio la oportunidad a Supermario de comprobar algo por lo que los españoles tenemos muy mala fama: nuestra incapacidad para hablar un inglés fluido. El inglés macarrónico abundó de lo lindo en el Aula Magna, dejando de nosotros una imagen no tan magna porque a Draghi le costó entender algunas preguntas que le estaban formulando. A mí también. What a pity!
SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA Y CONTABILIDAD ACREDITADA PARA CÁTEDRA DE UNIVERSIDAD E INVESTIGADORA VISITANTE DE LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.