Dado que la autopista da menos juego que las carreteras nacionales y comarcales de anteriores etapas, las conversaciones se reducen y estamos todos muy centrados, hay menos lugar para chistes y comentarios. Empieza a ser habitual ver a la gente escuchando música, y yo me incluyo. Hoy no ha parado de sonar el grupo lenense Spanta la xente en mi MP3, que llevo prendido del brazo. Además de gustarme, sé que han apoyado a los mineros encerrados y a toda la causa de la industria del carbón en las cuencas. Su música ahora me supone un empujoncito más para devorar kilómetros, que hoy han sido muchos, casi 37.
Esta décima etapa puede denominarse como agotadora. Nos metieron al principio por caminos agrícolas y a ese ritmo íbamos a pinchar todos. Había gravilla, el pie no tenía estabilidad, se iba para los lados…por no hablar de lo penoso que es respirar polvo. Era cuestión de tiempo ir cayendo, pero por suerte hablamos con la Guardia Civil y nos dejó continuar por la autopista. Más tarde, al llegar a la Mota del Marqués, el cansancio era palpable en las caras de la gente. Ni siquiera la final de hoy con la Selección ha sido capaz de abstraernos de la marcha.

Los mineros, caminando por caminos agrícolas

"Los fosforitos", bajo la supervisión de la Guardia Civil, camino de Villalpando ::Eva Mayordomo

La verdad es que no sé cómo se apañaban los de la marcha de 1992 sin las nuevas tecnologías. Hoy comentamos entre todos que las redes sociales y los móviles con Internet nos ayudan a seguir en contacto con los de casa. Yo personalmente disfruto mucho con los vídeos de mi hija que recibo a diario, los mensajes… Se les echa de menos. Sin embargo, ayuda que venga a visitarte gente como el eurodiputado Antonio Masip. Se nota que es un hombre metido en el tema del carbón, que sabe muchísimo, y que vino a interesarse personalmente, preguntándonos. Además siempre ha dado la lucha en Bruselas por esta industria.

Por otro lado, ya vamos perfeccionando las técnicas de alivio de nuestros maltrechos pies. En los polideportivos brotan las palanganas llenas de agua, hielo, sales,  y todo tipo de remedios caseros. También se agradeció en la etapa de hoy, que parecíamos los fosforitos, todos con chaleco reflectante por la autopista, cada camión que pasó haciendo sonar el claxon. Fueron saludos muy sonoros. Justo es además agradecerles a la Guardia Civil y a al servicio de conservación de las carreteras su trabajo en esta jornada, ya que han hecho un gran esfuerzo por facilitarnos la marcha con seguridad.

La etapa de hoy ha sido un paseo, como quien se levanta un domingo con ganas de hacer ejercicio. Ha sido corta, el tiempo ha refrescado un poco, y comparado con lo que llevamos, ha sido casi pan comido. Además hemos contado con la presencia de un grupo de alcaldes de las cuencas del Nalón y el Caudal, que se han sumado a la marcha. También hemos recibido ánimos de mucha gente que trabajaba en los polígonos de las afueras de Benavente y salía a vernos. Incluso nos aplaudieron trabajadores de la empresa Interpanel, que llevan sin cobrar desde diciembre, y nos aplaudían ellos a nosotros, emocionados. Por supuesto, les devolvimos el aplauso en el polideportivo, hasta donde nos acompañaron todos. En Benavente, a título personal, mucha gente se asomaba a las ventanas y a la calle y nos daba aliento. Incluso una señora le dijo a su marido que vernos le ponía la piel de gallina. Por otra parte, nos reunimos en asamblea para tratar un tema delicado: en la etapa de mañana iremos por autopista y es operación salida de vacaciones. Extremaremos la precaución e iremos todos con chaleco y cuidándonos unos a otros. Además, no llevaremos coches de apoyo y solo nos avituallaremos en áreas de servicio.

Un momento de la marcha en la novena etapa ::E.Mayordomo

Gracias a que la etapa de hoy no fue muy larga, se creó un interesante debate durante la marcha. Visto que por las noticias que nos llegan, el Gobierno no da marcha atrás, empezamos a hablar de lo que haríamos cuando llegásemos a Madrid, y la gente comenzó a aportar ideas de las acciones que podemos emprender una vez allí. La frase de “cuando lleguemos no nos vamos” se repitió, más en serio o más en broma, pero la idea ya no se nos va de la cabeza. Algo hay que hacer, y es que la gente se toma con recelo las novedades que apuntan a una próxima reunión.

Por otro lado, sufrimos picaduras de mosquitos, que hasta ahora no nos habían molestado, y mañana usaremos repelentes. Y el momento dulce del día fue en Villaquejida. La Fundación Cultura y Mina nos repartió bolsinas con tres o cuatro casadielles dentro. Yo solo pude comerme una, y tanto mis compañeros como yo intentamos repartir el resto con los vecinos que salían a vernos, aunque insistieron en que eran para nosotros. Por último, toco madera. Mis pies están bien, pero aquí nadie está a salvo de las temidas ampollas.

La partida hacia Villamañán ha tenido una doble motivación. Por un lado, los compañeros que en 1992 marcharon hacia Madrid desde Laciana vinieron expresamente al pabellón a las siete de la mañana para hacernos un paseíllo, jaleándonos y animándonos. Nos dejaron consejos valiosos, como que dosificáramos fuerzas y que fuéramos todos juntos a una, insistiendo en que así se lograban las cosas. También nos acompañaron hoy Villa y Mino, que encabezaron el paseíllo. Poco más tarde, mientras salíamos de la ciudad, la Policía Local y la Nacional nos acompañaron, y al salir de la capital leonesa dieron las luces y las sirenas a todo trapo para despedirse de nosotros, un detalle que no esperaba y que me llegó. A los compañeros de Laciana les devolvimos el homenaje a la llegada a Villamañán, haciéndoles el paseíllo a ellos, nos salió espontáneo. La etapa fue larga, casi 37 kilómetros, pero la ola de calor nos dio un respiro. Mis piernas hoy están cansadas, pero aprovecharé que tenemos piscina en el camping donde nos dejan alojarnos para destensar los músculos, que falta hace. Y otra motivación más: el partido de España. Hoy las conversaciones durante la marcha giraron en torno al deporte rey. Que si soy del Madrid pero me prestaría ganarle a Cristiano, que si la piquilla Barça-Madrid… Así teníamos incluso más ganas de llegar.

Fotografía: E. Mayordomo

Durante todo el día hemos llevado con nosotros el pensamiento de que se cumple un mes de los compañeros encerrados en Pozo Candín y Pozo Santiago. Esto duele mucho, especialmente a los que somos del Caudal y del Nalón, el saber que siguen a 600 metros bajo tierra. Al fin y al cabo, nosotros caminamos a la luz del día, pero ellos llevan un mes sin verla y eso tiene que ser durísimo para las familias, además de para ellos. También tuve un recuerdo para los de Cangas del Narcea y los de Santa Cruz del Sil. Esta sensación se hizo más intensa cuando llegamos a León (que por cierto, el alcalde no permitió que llegáramos directamente e hizo que diéramos un rodeo, que se sumó al cansancio que ya traíamos) al pasar por delante de los encerrados en la Diputación. En la parte buena del día, el fenomenal trato de las mujeres de las comarcas de Ciñera y Matallana, así como los alcaldes de las pedanías, hosteleros y todos los vecinos, que nos dieron comida y bebida con gran generosidad. Y al entrar en León, el dueño del establecimiento La Perdiz sacó literalmente el bar a la calle, para que cogiéramos helados y refrescos. Con todo, esta etapa ha estado marcada por los 43 grados que vi reflejados en un termómetro a la entrada de la ciudad.

Hoy ha sido el día de la despedida de verdad, la distancia ya es mucha como para volver a dormir a casa. Sin embargo me sentí muy arropada por mi marido y mi hija cuando salía por la puerta con la maleta, sentí su apoyo incondicional. Poco después, a las nueve, ya estaba con mis compañeros en Ciñera, y de nuevo tocaba despedirse: esta vez, de un pueblo que se ha portado fenomenal. Puede decirse que ha sido un día de
sensaciones: en Pola de Gordón, las enfermeras del geriátrico salieron a saludarnos, por ejemplo, y una señora se acercó a darnos cuarenta euros para la caja de resistencia: diez por cada hija, y veinte de ella. Cómo no nos vamos a emocionar.

Por otro lado, la etapa de hoy ha sido muy guapa, corta, y eso sí, con calor. La parte desagradable: cuando a un coche que se paró a animarnos en la carretera le pusieron una multa, me sentí realmente indignada, y también mis compañeros. Nos pareció de muy mal gusto multar a alguien que se para a apoyarnos, como estén todo el camino en ese plan… También cuando en La Robla casi se lía, me lo temí por un momento, pero afortunadamente la situación se recondujo y pudimos disfrutar de la comida con los leoneses. Ahora toca ducha, cargar pilas, y hacer la primera noche todos juntos, sobre la tarima del polideportivo de La Robla. Mañana va a ser un día importante, con la entrada en León.