España a la cúpula del BCE

La pasada ha sido una semana mixta de las bolsas europeas saldándose con escasas variaciones (Eurostoxx 50 +0,4%, Stoxx 50 +0,1%). La publicación de los resultados trimestrales (telecoms, seguros, utilities, banca inglesa) y de las actas de los bancos centrales ha sido lo más relevante de la semana. A nivel macroeconómico, lo más destacado era la publicación de los indicadores de confianza de Europa de febrero, que mostraban un ligero descenso respecto al mes de enero pese a mantenerse en fuertes niveles.

Los bancos centrales acaparaban buena parte del protagonismo durante la semana. Las actas de la última reunión de la Fed mostraban la especial preocupación por la inflación. Sin embargo, tras el último informe de empleo, algunos miembros como Kaplan se mostraban abiertos a acelerar el proceso de normalización en el caso de que la inflación repunte. La Reserva Federal dice que los efectos de la reforma fiscal podrían ser mayores de los previstos. Las actas de la Reserva Federal (Fed) relativas a su encuentro de enero anticipan un endurecimiento de la política monetaria de Estados Unidos. Los miembros del Comité Federal del Mercado Abierto (FMOC), el organismo de la Fed que celebra encuentros periódicos para fijar los tipos de interés en la mayor economía del mundo, coincidieron el mes pasado en las favorables perspectivas de Estados Unidos para este año, que con toda probabilidad dejarán corto el cálculo del crecimiento del PIB del 2,5% que se anunció en diciembre. De esta manera, la Fed tiene claro que seguirá subiendo los tipos de interés este año. El mercado descuenta que el siguiente incremento se anunciará a mediados de marzo, cuando la Fed celebre su primera reunión con Jerome Powell como nuevo presidente. Las tasas quedarían entonces en un rango de entre un 1,5% y un 1,75%. Desde que en diciembre de 2015 se dio carpetazo a la crisis financiera, los tipos han subido cinco veces en Estados Unidos. El incremento de marzo sería el sexto. La mayoría de los participantes señalaron que una mayor perspectiva de crecimiento económico aumenta la probabilidad de una reafirmación gradual de la política monetaria, según señalan las actas de la Fed, que celebró el mes pasado su último encuentro con Janet Yellen como presidenta.

El banco central americano prevé tres incrementos este año, pero podría aplicar más subidas si la inflación se dispara, entre otras cosas, por la reforma fiscal que acaba de entrar en vigor. Según las minutas de la Fed desveladas esta semana, los representantes del organismo reconocen que los efectos de los cambios impositivos podrían ser mayores a corto plazo de lo que previamente se pensaba. Esto, unido a un aumento salarial como consecuencia de la fortaleza del mercado laboral, podría acelerar la inflación y obligar a más subidas de tipos. El objetivo de la Fed es que la inflación se estabilice en el entorno del 2%. La posibilidad de que la Reserva Federal aplique más de tres subidas de tasas este año provocó fuertes turbulencias en los mercados hace dos semanas y la mayor caída en puntos en la historia del Dow Jones en un solo día. Como consecuencia de la noticia, Wall Street disfrutaba de una jornada alcista cuando la publicación de las actas de la Fed devolvió la volatilidad a los principales índices, que acabaron finalmente en pérdidas.

En cuanto al BCE, tras la nominación de Guindos para la vicepresidencia, en la que abundaré más tarde, las actas de la última reunión muestran el deseo del comité en causar la menor volatilidad posible en los mercados. Draghi se mostró partidario de evitar por el momento cualquier cuestión relativa a cambios en las políticas monetarias.

A nivel doméstico, evidentemente lo más reseñable, al menos para mí, es el nombramiento de De Guindos a la cúpula del BCE como vicepresidente. El todavía ministro español de Economía y futuro vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, se ha mostrado este pasado martes partidario de una política monetaria pragmática y realista, que ponga fin a las medidas excepcionales adoptadas durante el mandato de Mario Draghi, pero que mantenga un nivel de tipos de interés suficientemente bajo para no abortar la recuperación. La normalización de la política monetaria tiene que ir acompasada con la recuperación económica, es decir, tiene que ir, de alguna forma, en paralelo, según señaló tras asistir en Bruselas a la reunión mensual del Ecofin (ministros de Economía y Finanzas de la UE). Guindos empieza así a perfilar su figura con vistas a la audiencia pública a la que deberá someterse el próximo lunes en la comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo, un examen no vinculante pero en el que los eurodiputados intentarán clasificarle como halcón (partidario de una ortodoxia alemana) o paloma (partidarios de la flexibilidad y creatividad de Draghi). Algunos analistas atribuyen a Guindos un papel de contrapeso meridional a Berlín, pero otros le identifican con las posiciones más duras por su cercanía al antiguo ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble. El examen del lunes podría dar nuevas pistas sobre la orientación del futuro vicepresidente, que, de momento, intenta suavizar su perfil. «No es un tema de halcones o de palomas sino de sentido común», ha asegurado Guindos en la rueda de prensa posterior a su último Ecofin. «Los calificativos son simplificaciones y la realidad suele ser más compleja», ha añadido. El futuro vicepresidente del BCE ha buscado el equilibrio y se resiste, por ahora, a decantarse por alguno de los dos bandos que conviven en el Consejo de Gobierno del BCE, en un momento en que Alemania prepara la ofensiva para desmantelar la herencia de Draghi.

Yo también considero que las medidas extraordinarias eran para tiempos extraordinarios y que es inevitable que los tipos de interés suban en cualquier momento, a pesar de que para España no sea la mejor noticia, aunque sí para la banca, lógicamente. Es por ello que Guindos parece dispuesto a secundar la retirada de las excepcionales medidas adoptadas por el presidente del BCE, que ha impulsado programas de compra de deuda pública y privada con un multimillonario plan de expansión cuantitativa (QE, según las siglas en inglés). La retirada de esos estímulos parece inevitable en unos momentos en que, según el ministro, «vivimos en un entorno mucho más tranquilo». Pero Guindos se ha cuidado de no decantarse del todo por la ortodoxia que se avecina. Y ha recordado que en un escenario de tipos de interés reales en mínimos y la inflación contenida, la autoridad monetaria tendrá que plantearse si el concepto de normalidad no ha variado. Una ventana abierta a mantener los tipos muy bajos y a subirlos de manera muy paulatina e, incluso, a mantener algunas de las medidas introducidas por Draghi y consideradas hasta hace poco incompatibles con la labor de los bancos centrales. El equilibrio diseñado por Guindos coincide con las tesis menos extremistas que se están abriendo paso en el Bundesbank (Banco de Alemania), cuyo presidente, Jens Weidmann, suena como favorito para suceder a Draghi el año que viene. A principios de este mes, el propio Weidmann señalaba que «dada la baja presión inflacionista, una política monetaria acomodaticia es apropiada y esa relajación continuará incluso cuando terminen los programas de compra de deuda».

Debo reconocer que me ha sorprendido mucho la posición de partidos como PSOE y Podemos respecto a no apoyar la candidatura de De Guindos a la vicepresidencia del BCE, quitándosela de paso a España. O mejor dicho, una va perdiendo la capacidad de sorpresa ante el egoísmo de parte de la clase política.

A nivel doméstico, pero empresarial, me parece relevante, por la propia importancia de la empresa, El Corte Inglés, que refuerza su financiación con 10 nuevos bancos. Los principales bancos nacionales e internacionales apuestan por la compañía al unirse a Santander, Bank of America y Goldman Sachs en el préstamo sindicado de 3.650 millones. El Corte Inglés ha recibido el apoyo de 10 nuevos bancos a la refinanciación de su deuda, una operación que le dará estabilidad en las finanzas para los próximos cinco años y con la que conseguirá tanto rebajar el coste de su pasivo como eliminar las garantías que estaban asociadas a los antiguos préstamos. Las principales entidades financieras nacionales e internacionales se han sumado a la operación de 3.650 millones de euros y se han convertido en aseguradores de este dinero junto con los bancos que han actuado hasta ahora como coordinadores globales: Santander, Bank of America Merrill Lynch y Goldman Sachs. BBVA, CaixaBank, Bankia y Sabadell son los bancos nacionales que han acordado participar en la operación, según aseguran fuentes financieras, mientras que UniCredit, Société Générale, BNP Paribas, Crédit Agricole, Credit Suisse y Deutsche Bank son las firmas internacionales que, a partir de ahora, figurarán como financiadores de El Corte Inglés, según las negociaciones que se han concretado y comunicado esta pasada semana. Con este paso, la refinanciación del grupo de grandes almacenes llega a la segunda etapa del proceso. La primera se produjo hace menos de un mes, cuando El Corte Inglés y las entidades financieras Santander, Bank of America Merrill Lynch y Goldman Sachs firmaron un contrato de financiación por 3.650 millones de euros para reemplazar el antiguo crédito sindicado de 2.153 millones y reordenar el programa de pagarés de la compañía, valorado en 1.315 millones. El nuevo contrato general de financiación se divide en tres instrumentos: un préstamo puente de 1.200 millones a doce meses vista, con posibilidad de ampliarlo a un máximo de dos años; un préstamo a cinco años de 1.450 millones, y una línea de crédito al mismo plazo de 1.000 millones de euros.

Quisiera añadir, amable lector, un apunte fiscal que ha llamado mi atención porque me parece importantísimo llegar a algo que se parezca a un homogéneo trato fiscal en las distintas comunidades autónomas de este país. Cataluña aplica en 2018 el mayor IRPF para las rentas bajas y Valencia, para las altas. Extremadura y La Rioja, las únicas que han rebajado tipos. Madrid y las dos Castillas exigen la menor presión fiscal. En los últimos años, las comunidades autónomas han aprobado multitud de cambios normativos en el IRPF, donde tienen competencia sobre la mitad del impuesto. Este frenesí legislativo se ha frenado en 2018. Para el año en curso, solo dos Gobiernos autonómicos han aprobado modificaciones en los tipos impositivos del IRPF.  Son La Rioja y Extremadura. Ambas comunidades han optado por reducir los gravámenes en la parte baja y media del tributo. El impuesto sobre la renta grava principalmente las rentas del trabajo y hoy el tributo es distinto en cada una de las comunidades autónomas.

Cataluña se mantiene otro año más como la comunidad que exige un mayor esfuerzo fiscal a las rentas bajas y medias bajas. En concreto, es la comunidad con un mayor impuesto para salarios inferiores a 32.000 euros. Esto significa que los catalanes que se encuentran en este nivel retributivo reciben un salario neto inferior que en el resto de comunidades autónomas. Entre 32.000 y 80.000 euros, Extremadura figura como la comunidad con una mayor presión fiscal sobre el trabajo y por encima de los 80.000 euros destaca la Comunidad Valenciana como el territorio con un mayor IRPF. Aragón, Andalucía y Murcia son tres comunidades que figuran en todos o prácticamente todos los niveles de renta por encima de la media en presión fiscal.

Si Cataluña es ya tradicionalmente la comunidad con un IRPF más elevado, Madrid lleva años también como la autonomía que menos esfuerzo fiscal exige a los trabajadores. Para todos los niveles de renta, es la comunidad en la que los asalariados pagan menos IRPF. Castilla y León y Castilla-La Mancha son las otras dos comunidades que presentan un IRPF por debajo de la media para cualquier nivel de renta. Para nóminas bajas y medias, Canarias y La Rioja también forman parte del grupo de autonomías con un impuesto sobre la renta por debajo del promedio.

Las diferencias tributarias en función de la comunidad de residencia son relevantes. Un salario de 25.000 euros, que se encuentra algo por encima del sueldo medio anual en España paga 3.745 euros por IRPF en Cataluña, el nivel más alto y un 4,8% por encima de la media y un 6,9% más que Madrid.

Considero que Cataluña tenga el IRPF más alto se debe, más que a una decisión consciente de la Generalitat, a una falta de iniciativa. Lo que ha sucedido es que mientras el resto de comunidades bajaban el impuesto siguiendo la reforma fiscal aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2015, Cataluña fue la única que no legisló. Estaba a otros temas independentistas, tratando de romper el país. No adaptar el IRPF a los tramos y tipos estatales es lo que provoca que las rentas bajas en Cataluña sufran una presión fiscal mayor. La sobrecarga tributaria que sufren los salarios más humildes en Cataluña no ha logrado entrar en la agenda política en un contexto en el que el proceso soberanista ha centrado toda la atención. Esquerra Republicana o Ciudadanos incluyeron en sus programas electorales una rebaja del IRPF, especialmente para los tramos más bajos. Aunque, nuevamente, esta cuestión queda totalmente relegada cuando no existe Gobierno y ni tan siquiera está claro quién puede concurrir a la investidura.

A nivel regional, quiero comentar que el nuevo presidente de la Federación Asturiana de Empresarios, Belarmino Feito, en el encuentro que tuvo lugar esta pasada semana y al que tuve el honor de asistir, por invitación de EL COMERCIO, señaló que «Asturias tiene capacidad para estar a la cabeza de la recuperación económica, a largo plazo», pero reclamó para ello «unidad empresarial y respaldo social y político» para lograrlo.

Estas declaraciones las realizó durante su intervención en el Fórum EL COMERCIO, en el Palacio de Zoreda, ante una nutridísima representación empresarial y social asturiana.

Feito empezó comentando su visión del papel de Fade, de la que dijo que ha de ser «la casa y la voz de todos los empresarios tanto ante las instituciones públicas como para trasladar el mensaje a toda la sociedad». El presidente subrayó que desde Fade se va a potenciar el asociacionismo para ser una Fade fuerte y con voz contundente, con visión de 360 grados. En su opinión, la patronal asturiana ha de ser un instrumento de desarrollo y progreso social. El receptor de las necesidades, y el prescriptor de todas las acciones precisas para el buen devenir del empresariado, y debe poder influir en las políticas que tengan que ver con el buen desarrollo de las acciones del empresariado. También debe ser contenida en su tamaño, evitando caer en duplicidades en la prestación de servicios al empresariado. Según Feito, hay servicios que pueden prestar las asociaciones y las cámaras de comercio, y supone un mensaje de calado para el resto de asociaciones patronales asturianas.

El Fórum que protagonizó Belarmino Feito llevaba por título «El camino hacia la Asturias que queremos», y en su diseño se extendió. Tenemos tejido industrial, pero basado en la empresa pública y de sector primario, sin profundizar en la industria manufacturera, que es la que genera empleo y riqueza. Aún al principio de la década de los 90 había 70.000 funcionarios y 20 empresas públicas con más de 20.000 trabajadores. Era una Asturias cómoda, poco competitiva, en la que hubo que abordar profundas reconversiones. Asturias lleva 30 años ininterrumpidos a la cola del crecimiento económico en España, y hoy tiene una tasa de ocupación del 44%, diez puntos por debajo de la media española y la quinta con mayores salarios: Hay un diferencial de 20 puntos entre la producción per capita y la renta por habitante.

Entre los lastres también recordó que en Asturias ‘recibimos 700 millones más en pensiones que lo que supone el presupuesto regional, con 5 puntos más de mayores de 65 años que la media española’. Y más aún, que ‘tenemos un 96,4 de micropymes’, que no son negativas en sí mismas, pero que al ser tan preponderantes demuestran que ‘nos falta músculo empresarial, sobre todo en las empresas de tamaño medio’.

En consecuencia, ‘crecemos, pero a menor ritmo que la media. Y no es que seamos más torpes, pero tenemos menos tasa de ocupación’.

Coincido con Feito que la resignación no es la solución para los asturianos sino que tenemos que alinear todos los recursos hacia el cambio si no queremos resignarnos, no ya a ser una comunidad de segunda, sino el furgón de cola de España. Según Feito, Asturias tiene la capacidad para estar en los vagones de cabeza, a largo plazo. Si no abordamos ese cambio, corremos el riesgo de acabar siendo una región de segunda.

¿Vagones de cabeza? Me temo que yo no soy tan optimista, pero le deseo la mejor de las suertes al nuevo presidente de FADE en su nueva tarea.

SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA ASOCIADA A LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE.