¡Buena noticia!

 

La noticia de ayer de la compra del 100% del Banco Popular por parte del Banco de Santander al módico precio de un euro ha sido para mí, amable lector, una buena noticia como contribuyente, como economista financiera y como mujer.

Como contribuyente porque a mí, personalmente, no me hace ninguna gracia que con fondos públicos se tenga que sufragar, en un momento dado, la ineficiencia y los problemas de una institución bancaria; que se den circunstancias en las que no queda más remedio que hacerlo no implica que lo óptimo sea tratar de evitarlo a toda costa. La mala gestión del Banco Popular en la última década, que sería largo de explicar pero que fundamentalmente tiene que ver con haber llegado tarde a la burbuja inmobiliaria y haber comprado a precios astronómicos, llevando a cabo operaciones fallidas, hace que de aquellos polvos vengan estos lodos.

Como economista financiera porque es la menos mala o la mejor de las posibles soluciones. Una entidad que está mal gestionada siempre es una mala noticia, pero que sea otra entidad privada quien se haga cargo de ella es la mejor solución financiera para todos. Para los depositantes o ahorradores del Popular, tranquilidad, porque sus fondos están garantizados. Para el sistema financiero implica un proceso de concentración, que puede suponer menos competencia pero es el mal menor en la coyuntura que nos ocupa. Los procesos de concentración de entidades bancarias pueden traer consigo el cierre de oficinas, pero resulta algo inevitable para garantizar la supervivencia de las entidades en un entorno tan cambiante y de bajos tipos de interés como el que vivimos. Para los accionistas del Banco Popular, evidentemente, malas noticias. Han perdido su inversión, la cotización está suspendida y la caída de libre del precio en las últimas fechas, derivada de las continuas ventas, no hacía otra cosa que presagiar este final. Sin embargo, es un riesgo que se asume cuando se invierte en acciones o en cualquier otro activo financiero. Hemos de ser mayores de edad para ello y asumir los posibles riesgos de la inversión y este final era muy evidente.

Como mujer porque no puedo hacer otra cosa que sentirme orgullosa de que la presidenta de un banco que no es la primera vez en la historia del sistema financiero español que salva a otra entidad, sea precisamente eso, presidenta. Una mujer que ha llegado donde está por méritos propios. Nacida en un entorno privilegiado que ha sabido capitalizar y aprovechar con una diligente gestión y a la que ahora le toca el papel de convencer a sus accionistas de la viabilidad e interés de la ampliación de capital de unos 7.000 millones de euros destinada a cubrir el capital y las provisiones requeridas para reforzar el balance de Banco Popular. Todo ello, si sale bien y esperemos que así sea, permitirá garantizar la seguridad de los depositantes de Banco Popular y la ausencia de impacto para las finanzas públicas. El BCE y el FROB han encontrado la mejor solución posible y eso es, sin duda, una buena noticia.

SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO