A golpe de nacionalización

La pasada semana los índices de renta variable europeos presentaban descensos generalizados. La posibilidad de un nuevo rebrote del virus en pleno proceso de desescalada en Europa, y los nuevos focos que surgían en Asia, era un factor que pesaba sobre el sentimiento de los inversores en la semana. En efecto, continuaba el tono de inquietud entorno a los posibles rebrotes del virus en Europa en el periodo de desescalada, a los nuevos focos que se abrían en China y Corea, y al avance de la pandemia en Rusia. Asimismo, el levantamiento prematuro de las medidas de distanciamiento en EE.UU pesaba también sobre el sentimiento de los inversores. En la Reserva Federal, la semana ha estado marcada por la intervención de Powell en la que daba una visión poco alentadora para la economía norteamericana y advertía sobre la debilidad prolongada que se puede dar en la economía, antes de volver a una recuperación más sostenida.

A nivel de la UE se ha producido un cambio importante.  Los Gobiernos de la UE ya pueden ‘nacionalizar’ empresas en apuros. La norma que ha aprobado la Comisión Europea para permitir la entrada de los Estados en sus compañías, grandes y pequeñas, cotizadas o no, obliga a notificar a Bruselas las intervenciones superiores a 250 millones. Esta norma, en vigor desde el fin de semana, eleva los umbrales de notificación de forma que las intervenciones en empresas superiores a 250 millones deberán ser comunicadas a Bruselas frente a los 100 millones que inicialmente contemplaba la Comisión, a caballo entre lo que demandaba España, que sean lo más bajos posibles, y los 500 millones reclamados por Alemania y Francia. Asimismo, el texto definitivo introduce la posibilidad de que los Estados ayuden también a las empresas en forma de deuda subordinada. Las compañías intervenidas tendrán prohibido repartir dividendos a sus accionistas, aprobar recompras de acciones y otorgar bonus hasta que el Estado se haya desvinculado completamente de las mismas. En este sentido, existirá una «limitación estricta» de la remuneración de los directivos hasta que se haya amortizado el 75% de la inversión estatal. Bruselas lleva semanas intentado aprobar esta excepción en su legislación sobre ayudas públicas, pero las consultas que ha desarrollado con los Estados miembros durante este tiempo ha retrasado su adopción formal. Finalmente, la normativa incluye una serie de salvaguardas para evitar distorsiones de la competencia en el mercado único.

A nivel doméstico, el Gobierno prepara un considerable hachazo fiscal. Pablo Iglesias marca los objetivos señalando que en primer lugar, está el impuesto a las grandes fortunas, que lo están deseando, por patriotismo fiscal, además de subidas del IRPF, del ahorro y de Sociedades.

En relación al coronavirus, se ha demostrado que solo el 5% de la población española se han contagiado con el virus del coronavirus. Esta es la principal conclusión a las que han llegado los expertos tras analizar los primeros resultados preliminares del estudio de seroprevalencia que realiza el Ministerio de Sanidad. «Poco más de dos millones de personas han estado en contacto con el virus», ha resumido Salvador Illa, ministro de Sanidad. Esa pequeña proporción de población infectada indica que no hay «unidad de rebaño en España», según ha indicado Illa, es decir, que aún no hay inmunidad de grupo. Según los expertos, se necesita un mínimo de 60% de personas que hayan desarrollado anticuerpos contra el Covid-19 para que el patógeno no pueda afectar a nadie más. Un dato que, según el ministro, no ha sorprendido al conjunto de expertos de Sanidad.

Cierro con una mala noticia a nivel regional: las empresas asturianas registran una caída de la facturación de hasta el 75% por el coronavirus según una encuesta realizada por las tres cámaras de comercio que señala que el 44% de la muestra disminuirá su número de trabajadores este año. En el caso del comercio, una de las actividades más perjudicadas por la ralentización de la economía, el 70% de las empresas del sector participantes en la encuesta asegura que su facturación ha bajado.

En definitiva,  malos tiempos los que tenemos por delante, en los que al menos debemos contar con la satisfacción de intentar salvar el mayor número de vidas posible, porque las vidas tiene valor. También valor económico aunque el mayor, evidentemente,  es el valor humano.

 SUSANA ÁLVAREZ OTERO ES PROFESORA TITULAR DE ECONOMÍA FINANCIERA DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO E INVESTIGADORA VISITANTE DE LA UNIVERSIDAD DE CAMBRIDGE