“Los ánimos han ido subiendo poco a poco a lo largo de la mañana”, asegura José Manuel Alves, minero en Pozo Candín. Ayer hubo quien se fue a dormir con la moral tocada por la infructuosa reunión de Soria con los sindicatos, pero que tras una noche de sueño, una ducha y la comida, se levantó de mejor humor. Y a los que al despertarse todavía seguían “con un bajón muy grande”, fueron recuperando los ánimos poco a poco. “En días como éste, hay que hacer piña, si nos apoyamos unos a otros podemos con todo”. Lo dice un integrante de esta tercera marcha del carbón que cumple hoy diez días caminando. Una de las bajas se produjo en la etapa de Pajares por lesionarse un tendón , y Alves fue su reemplazo. Afirma que ese aliento tienen que dárselo también a los que ya no llegarán a Madrid. “Hay que decirles a los que algún día no pueden caminar, o incluso a los que se han visto obligados a abandonar, que los kilómetros que han recorrido también cuentan, que no piensen que no sirven para nada.” En estos casos, el sentimiento es color antracita. “Algunos se van llorando, como si hubieran fallado en algo. Y les decimos que no es así, que no es un fracaso”, cuenta con vehemencia.

La marcha, a su paso por Rueda

José Manuel ahora mismo se encuentra “como un cañón”. Hoy la etapa no ha sido muy exigente. El tramo entre Tordesillas y Medina del Campo apenas llega a los 24 kilómetros, pero mañana “hay que sumarle diez más. Piensa que son dos horas bajo el sol, y el calor va aumentando con el día”. Además, “se nota que ya estamos adentrándonos en la meseta, cada vez sube más el termómetro”. Eso, en lo que respecta a los inconvenientes. ¿Y los apoyos? Explica que “en casa me dicen que están orgullosos, claro que anima. Y lo que más ayuda es entrar, como hoy, en un pueblo, y que te reciban así. Eso sí que tira para arriba”. Añade que lo más temido no son las agujetas “que se pasan, y las cargas musculares también”, sino las ampollas en los pies. De momento, él está librándose.

Ciertamente, el recibimiento en Tordesillas tuvo una doble vertiente. La institucional y sindical, puesto que los recibieron Ignacio Fernández Toxo y Cándido Méndez, Secretarios Generales de CC.OO y UGT, que previamente les habían esperado en Rueda.

También José Ángel Fernández Villa, líder del SOMA FITAG UGT, y Maximino García,  cabeza de la Federación de Industria de Comisiones Obreras de Asturias,  así como la regidora de Tordesillas y representantes sindicales de la comunidad autónoma castellanoleonesa. Todos, al pie de los micrófonos, se esforzaron en hacerles llegar a los integrantes de la marcha en mensaje de que su lucha “es un ejemplo”. Pero también se pudo apreciar como muchos vecinos salieron al paso de la marcha para aplaudir a los mineros.

Mientras se masajea las piernas y los pies con pomada antiinflamatoria en el polideportivo donde hoy toca extender el saco de darmir, Juan Manuel Menéndez, un minero nacido en Turón que trabaja en la Hullera Vasco Leonesa, reconoce que “no se lo esperaba”. Antes de salir de las zonas mineras, muchos aceptaban de buen grado recibimientos como los de La Robla o Ciñera, totalmente volcados con la marcha, pero tomándolo como algo que terminaría al entrar en tierras castellanas.  El caso es que en los núcleos de población de cierta entidad, como Medina del Campo o Tordesillas, muchos ciudadanos han salido a las aceras para insuflarles aliento, mayoritariamente con aplausos. “La gente es lo que nos llena”, asegura Menéndez, “lo que más te anima y apoya, y eso que aquí ya no lo esperábamos”.

Mientras la marcha daba sus primeras zancadas, pasadas ya las siete de la mañana, “estábamos un poco revueltos”, reconoce. El debate, caliente. “Nosotros estamos cada vez más encendidos e indignados”, dice sobre la reunión de ayer. “Soria piensa que no tiene nada que perder, pero le vamos a demostrar lo contrario. A Madrid vamos a llegar sacando fuerzas de donde nos queden”. Este minero picador se encuentra en buen estado físico tras doce días de caminata “gracias” a las labores “duras” que está acostumbrado a desempeñar en el pozo, afirma. Pero cuando alguien del grupo se desmoraliza por las malas noticias, las ampollas o las lesiones… “Entre todos tenemos que tirar del carro”, zanja.